¿Cuándo comienza la vida plena de un ser humano? Al nacer, con la independencia física frente a las necesidades vitales; a los minutos que empieza a despedirse la adolescencia o cuando se comienza a afianzar la vida social, laboral y familiar. Distintas disciplinas de estudio tendrán respuestas acabadas.
Juan se devoró todas esas etapas: una niñez “triste”, una adolescencia “acomplejada” y una adultez plagada de pérdidas y consumos problemáticos. Una decisión certera, forzada por familiares y acompañada por especialistas, hizo que el cerco abrumador se convirtiera hoy en un espejo donde otros pibes y pibas puedan saber que de las adicciones se sale, sin olvidar el rastro que deja por el resto de la existencia: hoy tiene el rol de “escucha” en uno de los dispositivos en el marco del Plan Municipal de Abordaje Integral de Consumos Problemáticos.
Consumo problemático: la certera decisión de Juan
“Comencé con el consumo a los 14, y se hizo problemático, a diario, a partir de los 18 hasta los 30 años”, sintetiza Juan ante Villa María Educativa. Ya van dos años y tres meses que el cuerpo de Juan no recibe sustancias químicas; al contrario, sí abrazos, devoluciones familiares de fortaleza, amor de su pareja y alguna que otra recompensa económica mediante un emprendimiento de venta digital de indumentaria. No ganó nada, se sobrepuso. No es campeón ni por asomo, es un batallador diario.
Frente a tantos años de consumo, explica: “Una vez que yo entro al período de recuperación, primero fue de abstinencia física, parálisis de sueño, transpiración, palpitaciones…, fue muy intensa y durante mes y medio, salí de esa etapa. Luego, comenzó el desarraigo, extrañaba mucho…, pero ello principalmente por haber estado tanto tiempo en consumo y ya no me conocía… Ahí comencé a conocerme: mis miedos, mis frustraciones, ¿Por qué llegué al consumo? Esa es la primera etapa y la que más cuesta…”.
¿Porqué entré? “Detectar porque llegué cuesta: muchas veces uno se miente y cree que los sólo las malas elecciones, aunque hay gran parte, pero son dolores que uno tiene dentro”, define Juan, y explica: “Yo tenía un niño interior muy roto. Por muchos problemas personales, que ocurrieron en mi núcleo familiar cuando era muy chico, que llevo a quedarme en el consumo: entro por curiosidad y me quedo por los dolores que tuve de niño”.
“En aquella oportunidad nadie estuvo conmigo”
Según relata esta nueva etapa configura “un cambio de vida total. Pude recuperar mi familia, hoy estoy bien con todo el mundo, conmigo mismo, reconstruyo actos más sanos: deportes, lectura y con gente que realmente te quiere”.
“Eso hoy me llena, y más el hecho de estar ayudando como lo hago hoy en la Muni. El hecho de formar parte de este dispositivo me ayuda mucho porque en aquella oportunidad nadie estuvo conmigo para darme una mano”, grafica en relación a su presente.
Y vuelve sus pasos sobre la decisión: “Yo tuve que decidirlo sólo: irme a Buenos Aires. Nadie me demostró a mi que había otra vida, como hoy yo sí lo hago con ellos. Que se puede salir, que es complicado, pero que se puede vivir sin consumo”.
Cuentas y sueños pendientes: “Olvidarse de uno mismo”
Florecen, a entender de Juan, lo soñado y lo que no pudo ser: “Las primeras cuentan que afloran son los sueños que uno tiene ¿no? O, más que sueños, proyectos personales que uno tenía. Al haber estado tanto tiempo en consumo, en la mejor etapa de mi vida y con más plenitud, quedan muchas cosas en el tintero. Lo que más a uno le duele, es haberse olvidado de uno mismo: ser ayer, lo que es hoy en día. Yo no eras feliz, vivía para consumir, perdí laburos muy importantes y amigos verdaderos, esos que te dicen lo que uno no quiere escuchar”.
Y si de golpes debe hacerse Juan, no bastan las piñas: “Yo me rehabilito y a los dos días fallece mi papá. Otra de las cosas que me dan vueltas…, por qué no haber tomado la decisión antes. Son cosas que a uno le duelen, se pregunta, pero la vida es eso también: una parte de la recuperación es la aceptación. Hay que seguir para adelante”. Aunque “mi papá fue una de las personas muy influyentes, al igual que mi mamá, para que yo tomase la decisión de internarme… Cuando me rehabilité, y cuando quise compartir tiempo con mi papá, la vida no me dejó, me lo arrebató luego de luchar seis años con un cáncer. Sé que él hoy está orgulloso de mí por lo que estoy logrando y luchando todos los días”.
“Si yo pude, vos también podes”
En el centro de rehabilitación en el que estuvo internado, Juan fue adoptando y capacitando distintas herramientas para enfrentar estas situaciones frente a personas con consumos problemáticos. “Lo más importantes son las palabras. Saber de que yo estuve en ese mismo lugar, en la misma situación. Si yo pude, vos también podes. Date la oportunidad de cambiar. Uno, al ser un adicto recuperado, a diferencia de alguien que no lo fue… lo entiendo y lo comprendo”, remarca a la hora de cómo llegar con los mensajes.
Más prevención, según Juan, entre los y las jóvenes, debilita las acciones de consumo: “Siempre hubo consumo. Hay que hacer hincapié en el cambio como persona y en las prevenciones para los chicos. Si no hay consumidores, no hay consumo, ni venta. Mientras más consumo haya, más oferta existirá, más las problemáticas económicas del país”.
Como devolución social, frente a quienes quieran y necesiten escucharlo (personas consumidoras como sus familias) Juan es “todo oído” (“la primera escucha”) en el Dispositivo 2 del Plan Integral de Rehabilitación. Funciona en el MuniCerca Nicolás Avellaneda: lunes, miércoles y viernes de 8 a 14 horas, mientras que los días martes y jueves el horario de atención es de 10 a 12 y de 17 a 19 horas. También se realizan reuniones de familias los miércoles a las 19.
A su vez, además, abarca el MuniCerca barrio Botta (lunes a viernes de 8 a 13 horas); el Centro Vecinal Felipe Botta (miércoles de 15 a 17 horas) y la sede Carlos Pellegrini (lunes a viernes de 8 a 14 horas).

