Taller de Ciclomecánica en el Pinceladas: Una oda a la bicicleta y los sueños colectivos

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En el Centro Comunitario Pinceladas, las bicicletas se estacionan sobre la vereda, se dan vuelta, se desarman, se vuelven a armar. Víctor Juárez (43) dicta un Taller de Ciclomecánica desde el 2019 para chicos y chicas del barrio San Nicolás que llevan sus bicis y aprenden a arreglarlas. Pinchaduras, cadenas sueltas, cambio de cubiertas…

Víctor esde Palpalá, Jujuy. Creció en esta ciudad pequeña cerca de la capital y recuerda que en su casa había una misma bicicleta para todos: “una bici vieja que era la que usábamos con mi hermana para ir al colegio, de un lado para el otro”.

Cuenta también que, años más tarde, mientras estudiaba Arquitectura en Córdoba, descubrió movimientos como BiciUrbanos y Masa Crítica que alentaban por el uso de la bicicleta en la ciudad. Encontró allí una militancia. Un deseo de regresar, sobre dos ruedas, a la paz en medio de la urbe.

Oda a la bicicleta

Como en sus recuerdos de Palpalá, sobre la calle Mafalda Gilli, del Pinceladas, ahora  los chicos y chicas juegan a la pelota, corren, juegan a las bolitas. Alguien se sube a la bici que acaba de arreglar, la prueba durante una cuadra y pega la vuelta. La vida se desplaza a otra velocidad.

“En los barrios que están en la periferia, el uso del espacio público se mantiene. Esto en el centro no sucede; solamente se usan los parques, las plazas, la costanera, pero no la calle”, dice Víctor.

Y agrega: “Para mí, uno de esos factores tiene que ver con que el automóvil avanzó tanto sobre la ciudad que terminó cortando la comunicación, la sociabilización espontánea entre la gente”. Su militancia comenzó de esa manera, explica después. Con el uso de la bici como medio de transporte, persiguiendo una razón colectiva.

“A mí me encanta que el taller se pueda dictar en la vereda del Pince. Las actividades del Pince, en general, lo que hacen es mantener esta idea de uso libre del espacio público”, dice Víctor. Un espacio que se gana habitándolo. Un espacio que se gana resistiendo.

Un espacio de aprendizaje

Víctor cuenta que vivió doce años en Córdoba antes de mudarse a Villa María. Aquí buscó replicar lo que había aprendido en los talleres de ciclomecánica de allá. En su taller, los chicos van con un problema concreto, dice, y ya saben que disponen de una caja de herramientas, los repuestos y otras cosas que puedan necesitar para parchar.

“El taller funciona para niños, pero también pueden asistir personas de otras edades. Por ahí se acercan algunos adultos, algún señor que necesita reparar la bici, por ejemplo, pero siempre mantenemos la idea de que el Taller de Ciclomecánica no es una bicicletería, sino que es un espacio en el cual cada uno va y aprende a arreglar su bicicleta”, explica.

Además, comenta: “Después de tantos años, los chicos ya conocen la lógica. Entonces llegan, sacan las herramientas, van preguntando, piden ayuda para sacar una rueda, sacar una cubierta…”.  Y esto sucede todos los jueves, de 17 a 19 horas, junto con una merienda de la que se encarga el grupo de mujeres del Pince.

Bitácora de viajes en bicicleta

Víctor y su compañera Virginia, comparten “la utopía” de que el uso de la bicicleta puede “transformar y mejorar la calidad de vida en la ciudad”. Desde el 2016 llevan juntos una “bitácora de viajes en bicicleta” y el tramo recorrido incluye gran parte de la Argentina e incluso algunos lugares del exterior.

Virginia, «Carucha», y Víctor en uno de los viajes

“Los viajes surgen porque pensamos que la bici también sirve para irse un poco más allá que a otro barrio. Los que hicimos con Virgi, los compartimos también con nuestro perrito, que ahora ya no está. Disfrutamos un montón viajando y por lo general lo que hacemos es planificar un recorrido por los pueblos más chicos, no vamos de la forma más directa”, comenta.

Como en un entramado, el espíritu de estos viajes y de esta “utopía” también se despliega sobre el Taller de Ciclomecánica del Pince. Una suerte de creencia en el encuentro con el otro, aún. Una voluntad de ir y construir una palabra puente que sirva para cruzar.

El Pince: Una casa abierta

“Cuando pienso en una casa nueva para el Pince, deseo que se siga manteniendo este espacio como una casa abierta”, dice Víctor, y se refiere a la campaña Una casita para el Pince a través de la cual la Fundación persigue el sueño de la casa propia.

Desde octubre, el centro comunitario busca que 4.000 personas aporten un bono de 10.000 pesos para comprar una casa ubicada en el mismo barrio donde ahora funcionan. Este sábado, dieron a conocer parte de su historia en una transmisión realizada a través del canal de streaming Somos Barbarie, una Maratón Benéfica que ya puede verse completa en YouTube.

Sumá tu ladrillo a la casa del Pince:

Cuenta de Fundación Centro De Promoción Comunitaria PINCELADAS
CUIT 33718670239
Alias Banco Córdoba: unacasitaparaelpince
Alias Mercado Pago: pinceladas24.mp

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