Inéditas e insólitas. Así son las canciones que Joaquín Molina (31) presentó a fines de septiembre en la Usina Cultural. Nació en Hernando pero hace 13 años vive en Villa María. Desencuentros reúne parte de su producción musical hasta el momento.
Algunos personajes de sus letras parecen salidos de una película protagonizada por China Zorrilla. Las historias que cuenta y canta tienen tanta nostalgia como humor, y en este pasaje de la angustia a la risa su propia historia se pone en juego: ¿de quién es el canto?, ¿cómo abrazar lo que se tiene?, ¿hay un sólo modo de hacer y vivir de la música?
“Voy a silbar un rato”
Dice Joaquín: “Cuando sos niño, tenés una forma de desear tu carrera. Cuando sos adolescente, pensás ¡voy a ser famoso! Después, cuando ya sos un poco más grande, decís no estoy llegando, se me está acabando el tiempo, no va a suceder”.
En Desencuentros, su primera presentación como cantautor, Joaquín compartió junto a la guitarrista Valentina Colazo esas canciones que a fuego lento viene cocinando desde hace tiempo. En esta decisión de mostrarlas, el desencuentro con lo que no fue ni será de la manera idealizada está marcado por el deseo de que el canto ocurra.
En la era de una industria musical que tiende a igualarlo todo, encontrar la singularidad en los modos de hacer no es poca cosa. Como uno de los personajes de sus canciones, Joaquín entendió que aún si no pudiera cantar, se las ingeniaría para hacerlo de todas formas: Ay ay ay si no puedo cantar / pa qué quiero la luna, las flores, la bruma, si no puedo cantar / Voy a hacer ui ui ui / voy a silbar un rato.
Desencuentros
El espectáculo estuvo estructurado en cuatro partes: Infancia, Deseo, Angustia y Desencuentro, como etapas de una vida. En cada canción, Joaquín canta en primera persona pero quien habla es el personaje.
Hay una niña que pierde a su amigo imaginario, alguien está de fiesta en un carnaval y alguien más perdió a un amor y dice ay, qué despistado / te habrás olvidado / de avisarme antes / llevarme a tu lado / y siempre me equivoco / lloro un poco pero te quiero.
“Me siento más letrista que compositor musical, -dice-, El vals de los abuelos, por ejemplo, cuenta la historia de una pareja de abuelos que se conocen en un geriátrico y se enamoran. Él le prometió a ella bailar un vals, pero falleció antes y su promesa nunca se cumple”.
Y agrega: “Me gusta jugar con historias de amores que se plantean de modo diferente, porque ¿qué pasa con el amor para las personas mayores?, ¿qué hay del amor para la gente con discapacidad?”.
“¡Veo gente con guardapolvos!”
En su camino de “hacer algo con la música”, Joaquín también descubrió la docencia. Desde sus veinticortos da clases particulares de canto y actualmente es profesor en la Escuela de Música de Hernando, en la escuela rural Carlos Esteban Noblega, cerca de La Playosa, y en una escuela secundaria de Pasco.
“A mí me encanta la docencia. Los lunes arranco a las cinco y media de la mañana para irme a Pasco, de Pasco vuelvo a Villa María aproximadamente a las 11, de ahí me tomo un colectivo para Hernando y vuelvo a las 12 de la noche a Villa María”, cuenta.
Dice que a la par de sus proyectos como cantautor, quiere seguir dando clases. “Ya lo decidí: voy a conseguir un auto y voy a ir a todas las escuelas rurales”, comenta. En el universo de maestras y directoras, Joaquín camina o se sube a un colectivo y dice que ve gente con guardapolvos por todos lados. Y que eso le gusta.
A veces, la realidad vence a la expectativa y es mejor.


Hermosa nota Noe. Gracias por darnos voz a los artistas