En el Skatepark o en la explanada del Monumento a San Martín, en una plaza o en el Parque de la Vida: hay una ciudad que patina. Gonzalo Agosto (35) es profesor en el Roller Club, una escuela al aire libre donde el deporte y la creatividad se ponen en juego y salen a andar sobre ruedas.
La premisa es que cualquier momento puede convertirse en una aventura. La única regla es cuidarse, garantizar la seguridad. Andar en rollers o en skate, dice Gonzalo, tiene mucho que ver con la libertad. Con trazar una ciudad nueva, animarse a moverse distinto.
Desde hace cuatro años, este convite se extiende a niñas, niños y jóvenes. El Roller Club nació con la idea de recuperar “un linaje perdido” del patinaje freestyle en la ciudad y para promover el uso del skatepark. Se convirtió, a su vez, en un espacio de contención indispensable luego de la pandemia.
Un Roller Club “al alcance de todos”
Esto cuenta Gonzalo: que antes de la inauguración del skatepark público en 2013, existieron “una pista muy básica” en el subnivel, un skatepark “hecho por los pibes” cerca del río y un par de espacios privados desde los cuales se intentó impulsar el patinaje en Villa María.
Para situarnos en una época, dice que en los 90 -aproximadamente- empieza “la historia de la ciudad patinando”. Una historia marcada por interrupciones como la del “caos económico y político del 2001” que, en su momento, hizo que “muchos se fueran”.
Hoy, al frente del Roller Club, Gonzalo continúa esta historia. “Inicialmente arrancamos con Lucía (Gutiérrez), pero se fue a vivir a Barcelona hace dos años y quedé yo con la ayuda de Juli (Frigoli), mi compañera, que me da una mano en los eventos”.
“Todo es autogestivo”, dice, y cuenta que la cuota es más bien simbólica porque le interesa que la oportunidad de practicar este deporte esté “al alcance de todos”. Comenta: “Muchos están becados; otros reciben patines; si se rompe una rueda se consigue, si hay un casco se presta; siempre y cuando estén activos en la escuela”.
Para aprender a andar
“Este deporte nace del uso de los espacios públicos y de la creatividad de cada quien de utilizarlos como un medio para expresarse”, cuenta Gonzalo. Y habla de que la ciudad también se puede convertir en una gran pista con “obstáculos” o “desafíos” y de un nuevo modo de ver que se activa al patinar.

“Eso es lo lindo de este deporte, poder expresarnos y que nadie nos diga si está bien o está mal”, destaca. Algo así como inventarse un andar propio. En las niñeces, dice, esta práctica también anima a “vencer miedos” y creencias arraigadas al “no puedo”.
Explica: “Parte de la clase es descubrir cuáles son nuestros miedos, límites y capacidades. En la entrada en calor, muchos no se animan a trepar un árbol, por ejemplo, porque no están acostumbrados. Aprendemos, entonces, a decir lo voy a intentar, voy a probar otra vez”.
Necesidades y demandas
El Skatepark está desde hace once años, pero nunca se renovó, cuenta Gonzalo. “Tiene mucha concurrencia -dice- y si bien existe otro en Villa Nueva, sigue teniendo preferencias el de acá. Hay gente, también, que le da otros usos; todavía no se lo entiende como un espacio de práctica deportiva”.
“La pista necesita reparaciones. El skatepark tiene que evolucionar y falta esa parte del apoyo… Venimos peleando por los baños, por una canilla de agua, cosas elementales”, agrega.
Y cuenta que recientemente, ante la falta de respuesta municipal, el Roller Club se encargó de la reparación de un bebedero, el único punto de hidratación en el predio.
Verano en la rampa
En la pospandemia, esta escuela demostró que no sólo se trata de aprender “la parte técnica en la rampa”, sino de “compartir un rato, charlar”, comenta Gonzalo. Así, funciona como un espacio de encuentro, vital y desafiante, para niñeces y juventudes muchas veces acostumbradas a estar en casa con el celular o sólo entre adultos.

Durante el verano las clases van a continuar. “Hay muchos que avanzaron en un montón de aspectos, y a quienes les gusta, por eso seguimos. Además, porque está bueno que tengan ese espacio de contención también durante las vacaciones”, dice.