El día que Laiseca regresó a Camilo Aldao

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“Nací en Rosario, pero no me crié ahí. Uno es del lugar donde se crió y yo me crié en Camilo Aldao”, dijo alguna vez el escritor Alberto Laiseca (1941-2016).

A mediados de junio se inauguró una sala en la Biblioteca Popular Teresa B. de Lancestremere de Camilo Aldao con gran parte de su colección personal de libros, su escritorio y otros objetos. “Lai”, “el Monstruo”, “el conde”, volvió a casa.

“¡Todos tienen que visitar el terruño del maestro!, ya saben, sureste de la provincia de Córdoba” (Laiseca en Obra en construcción).

El hijo del doctor

En Camilo Aldao, antes de ser reconocido por su escritura, Laiseca era “el hijo del doctor”, el hijo de su padre, el Dr. Alberto Laiseca. Esto cuenta Carina Nardi, colaboradora de la biblioteca por más de una década. Menciona también que en el 94, “Lai” dio una de sus primeras conferencias como escritor en el pueblo y que en el 2010 fue nombrado Ciudadano Ilustre.

«Lai» en su viaje de 2010 a Camilo Aldao (foto de archivo perteneciente a Micaela Hernández)

En aquel viaje, Laiseca además visitó y contó cuentos de terror en la Escuela Fiscal Juan B. Alberdi donde cursó la primaria. “Después ya no vuelve como escritor, vuelve para estar con amigos, como hijo del pueblo”, comenta Carina. “Cuando él muere empieza a tener más repercusión toda su obra”, agrega.

El sentido de pertenencia y el cariño de Laiseca por Camilo es conocido. Era un tema recurrente cuando daba notas. Un paisaje que rondó su escritura hasta el final. “Siempre tengo presente y en mi corazón a Camilo Aldao. Cuando un escritor escribe puede estar escribiendo sobre los Valles de la Luna, y lo sepa o no, el escritor está hablando de Camilo Aldao”, dijo (entrevista en Dormir y Pedalear).

Una plaza y un nogal

Dicen que en el patio de la casa de su infancia había un nogal que Laiseca amaba. En uno de sus viajes de regreso al pueblo notó que el árbol ya no estaba más. “Fue algo muy doloroso para él”, cuenta Carina. Por eso, al año siguiente de su fallecimiento, Camilo Aldao lo homenajeó plantando un nogal en esa plaza del centro que tanto le gustaba caminar.

Julieta, motor de esta sala que acerca la lectura de los vecinos a la obra de su padre

Para entonces, desde la biblioteca buscaban completar la producción literaria de un autor que comenzaban a reconocer como propio. “Notamos que teníamos un sólo libro de él, ¡algo que no podía ser con un autor nuestro!”, cuenta Carina. Gracias a Julieta, hija de Laiseca, algunos de sus discípulos del taller literario y editores, lograron completar casi la totalidad de los libros de su autoría.

“Fue un tesoro lo que recibimos”

La singular biblioteca “del maestro”, con libros forrados en papel blanco e indizados, llevaba algunos años guardada en un depósito. A principios de 2023, Julieta decidió donar gran parte de esa colección a la Biblioteca Popular de Camilo Aldao, “porque imaginó que allí los libros estarían bien cuidados y serían accesibles para su lectura”, relata Carina.

33 cajas con cerca de 2000 libros y objetos personales, además del escritorio, emprendieron el viaje hasta el pueblo que lo vio crecer. “Fue realmente un tesoro lo que recibimos”, expresa Carina y señala que “150 libros conservan aún el papel y reproducen la biblioteca tal y como él la tenía en su casa”.

Agrega: “A los demás libros se les quitó el papel. Alrededor de 700 se acondicionaron para exponer y el resto todavía está en proceso de saneamiento”. La bibliotecaria explica que, para preservarlos, los libros no están al préstamo, pero sí están disponibles para su lectura y consulta en la sala.

La biblioteca de Laiseca: un mapa de sus obsesiones

“La sala en sí misma es una obra. Estos días llegamos a esa conclusión: su biblioteca personal es una obra más de él, – destaca Carina- la dedicación que le puso se percibe incluso en la forma con la que forraba los libros para que no necesitaran ni una cinta. Tenían un doblez tan perfecto que podría decirse que eran origamis”.

Aunque Laiseca respondía que los forraba de blanco para “evitar afanos”, sus discípulos dicen que lo hacía para protegerles el “astral” y para que no los atacara el “Anti-Ser”. Estos intereses por el esoterismo pueden rastrearse en su biblioteca.

“El material que nos llegó es muy vasto. Hay un abanico variado de géneros y de la literatura que él consumía, pero sobre todo hay mucho de astrología, esoterismo, magia y civilizaciones como la oriental, de la cual era muy curioso y estudioso”, menciona Carina.

Anotaciones al margen, listas de supermercado

“Son libros intervenidos por él, la mayoría tiene anotaciones al margen y subrayados. Se puede encontrar desde una anotación referida a la lectura hasta una lista para ir al supermercado o el nombre de un antibiótico”, cuenta. Una especie de Laiseca al que se puede acceder mediante rastros para entender qué leía, cómo lo hacía, pero también, cómo vivía.

A su vez, hay una veintena de libros dedicados con la firma de Gorodischer, Piglia, Fogwill, Aira, entre otros autores. “Se percibe mucho afecto y admiración en esas dedicatorias”, expresa Carina.

Y añade: “Su hija Julieta también nos donó un inventario hecho por él en una carpeta. Él anotaba todo el material de su biblioteca, libro por libro, en orden alfabético. Está disponible en la sala pero también lo vamos a digitalizar para que todos puedan ver la vasta obra que tenía”.

“Lai” vuelve a casa

Con un cronograma de actividades que empezó a las tres de la tarde y se extendió hasta las diez de la noche, el 15 de junio quedó inaugurada la Sala Alberto Laiseca. Viajaron hasta Camilo Aldao, Julieta con su familia, Sebastián Pandolfelli en representación de los discípulos del “taller de Lai”, José María Marcos de la editorial Muerde Muertos y otros escritores de la zona.

La reproducción de su sala original

De manera virtual también participaron otros como Valeria Tentoni, de la editorial Eterna Cadencia, que acompañó con lecturas la presentación de Poemas chinos. Una reedición especial de 50 ejemplares (del único libro de Laiseca dedicado a la poesía) a cargo de la editorial Dínamo Poético de Juliana Bonacci. “Estos libros estarán en la biblioteca popular, -explica Carina- no tienen fines comerciales”.

“Su alma está en sus libros”, dicen los niños

“El Municipio de Camilo Aldao fue quien llevó a cabo la instalación de la sala. Se acondicionó un ala del edificio donde funciona la biblioteca y ese financiamiento como apuesta a la cultura, hoy por hoy es de destacar”, menciona Carina y señala que lo que ahora sigue es el desafío de trabajar en la divulgación.

“En mi caso, yo no lo conocí personalmente y lo lamento muchísimo, siendo que él venía a la localidad. Cuando fui alumna, por ejemplo, en la secundaria, recuerdo que no tuvimos esa oportunidad, no nos lo dieron a conocer”, cuenta.

Y agrega: “Hoy, en cambio, tenemos una base muy importante para leerlo. En la biblioteca comenzamos a trabajar con visitas de escuelas primarias, secundarias y jardines. Antes era impensado eso. Hoy se abre la posibilidad de que los chicos lo conozcan, lo lean, y de que gusten o no de él, pero que al menos tengan la chance de conocerlo”.

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Fotos: Gentileza de la Biblioteca Popular «Teresa B. de Lancestremere» (Camilo Aldao)

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