Programa Patria en escuelas públicas: por el derecho al alimento, el arte y el deporte

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Son las once de un sábado otoñal y el sol está en todas partes. Afuera de la escuela 1° de Mayo del barrio Roque Sáenz Peña, pequeños grupos de madres -y algún que otro padre-, esperan a que se abran las puertas. Los chicos y chicas que recién llegan corren para saludarse.

En Villa María comenzó el Programa Patria. Una propuesta que a la par de brindar refuerzo alimentario los días sábados, impulsará actividades recreativas, educativas y culturales en ocho escuelas públicas hasta mediados de agosto.

Durante la mañana inaugural del sábado 15 de junio, desde Villa María Educativa elegimos continuar nuestro recorrido por las escuelas Sarmiento (La Calera) y Urquiza (Las Acacias).

Programa Patria: “Un día como todos los días”

En la escuela 1° de Mayo se sirve el desayuno y el almuerzo de lunes a viernes. Por la tarde no hay clases. “Hoy se sirven milanesas de cerdo con arroz y queso”, avisa desde la cocina Dayana Figueroa, trabajadora de GDA, la empresa de producción gastronómica que abastece a las escuelas públicas.

“Hoy es un día como todos los días. Durante la semana servimos un menú variado: estofado, albóndigas, medallón de pollo, locro… los chicos ya lo tienen incorporado en sus rutinas. Vamos a ver cuántos vienen hoy porque más allá de la urgencia que existe, a veces los papás no los traen”, expresa Dayana.

Sábado en la escuela

Fernanda es una de las mamás que espera en la vereda. Está embarazada de seis meses, es ama de casa y se mudó desde Entre Ríos hace un año. Cuenta que su hija, que cursa 5° grado, le insistió para que la anotara al programa: “con su papá nos reíamos y decíamos ¡quién más tiene ganas de ir un sábado a la escuela!”.

“Está muy bueno que sigan aprendiendo y compartan entre ellos. Me sorprendió que, además, les dieran de comer hoy, no sabía… eso es de gran ayuda y te salva al menos un mediodía más porque está re complicada la situación económica”, comenta.

“El nene está re feliz de venir, él me dijo que le van a enseñar inglés. Yo le decía a mis amigas: ¿ustedes creen que en Estados Unidos nomás van los chicos a la escuela un día sábado?, ¡acá en Villa María también!”, comenta Natalia. Al lado, Ludmila,su hija adolescente, irrumpe para decir: “Milei quiso hacer lo mismo, dar clases los sábados en toda la Argentina pero no lo dejaron. Yo vi lo que dijo”.

“El día a día se hace imposible”

Natalia cuenta que trabaja “en la cocina” desde hace años, pero que no es suficiente. Que agradece los bolsones municipales que recibe cada cierto tiempo, pero que tampoco le alcanzan. Que el día a día se le hace “imposible” en comparación al año pasado.

Comida y cultura, un encuentro de todos los sábados en Villa María

“Tiramos con lo poquito que hay… La ayuda de la Tarjeta Alimentar es de 40 mil pesos, ¿qué compro con eso?”, agrega. Y al mismo tiempo dice que cuenta estas cosas “sin saber mucho de política”, que no entiende de esos temas.

“¿Podemos quedarnos a comer nosotras también?”, pregunta Ludmila en tono de chiste. Luego las dos se alejan en bicicleta. Puertas adentro, para los chicos, la jornada empieza con un taller.

La cultura, ese otro alimento

Al ser consultadas, otras madres también valoraron el aspecto cultural del programa. La directora de la escuela Sarmiento, Melina Rosa, comenta: “Es un espacio, sobre todo, para que los chicos sigan aprendiendo y no estén en la calle. Es un espacio para que puedan estar contenidos”.

“Surge de una decisión municipal y provincial de hacer uso de las escuelas como un espacio de articulación con la comunidad”, explica por su parte Juan Frank, integrante de la Secretaría de Educación e Igualdad local y coordinador del programa PATRIA en la Escuela 1° de Mayo.

Desde la misma Secretaría, y como coordinadora en la escuela Urquiza, Fernanda Valdemarín, enfatiza: “Es una propuesta integral que termina con el alimento pero es una instancia más para acercarnos a las familias y conocer sus situaciones”.

El primer día en (algunos) números

Literatura en la Escuela 1° de mayo, ajedrez en la Sarmiento y deporte en la Urquiza. Cuando los talleres finalizan, la cocina se activa y empiezan a salir los primeros platos de comida. “Acá en este colegio no se desperdicia nada. Servimos el desayuno todos los días, y todos repiten, por supuesto. También damos el almuerzo. Es una necesidad”, dice Mariela Estadella, trabajadora del PAICOR en la escuela Sarmiento donde todas las semanas hay una asistencia de 68 estudiantes.

El menú semanal en una escuela pública

“Para este sábado se inscribieron 32 chicos”, comenta la directora, y aunque sólo 19 concurrieron se espera que el número se incremente en los próximos sábados, según informó Mariela Pajón, coordinadora del programa en la Sarmiento.

En la escuela Urquiza, más de cien chicos asisten de lunes a viernes al comedor. “Este primer sábado vinieron alrededor de 20 niños y niñas pero hay una plaza solicitada de 55”, comenta Valdemarín. La Escuela 1° de Mayo se acercó a un número similar de participantes.

Viene desde abajo

Pasada la una de la tarde, los chicos salen de las escuelas con frutas en las manos. Se despiden entre sí a los gritos persiguiendo a sus madres que aceleran el paso. Maura y Nora son dos amigas que fueron a buscar a sus hijos. Salen de la Escuela Urquiza rodeadas por ellos.

Nora está embarazada de su sexta hija y empuja un cochecito. “Nos parece de diez esta propuesta -dice mientras camina- en primer lugar porque los chicos se divierten. También por la situación económica que ¡está bien difícil!”. Se alejan y en cuestión de minutos, toda la cuadra queda en silencio.

Para el oído atento, sólo permanece un sonido leve pero insistente. Viene desde abajo. Una especie de crepitar que producen decenas de hormigas rojas transportando pedacitos de hojas y cáscaras sobre la vereda de la escuela.

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