Se conocieron “de vista” en Villa María cursando la Licenciatura en Ciencias de la Educación en la UNVM. Pero se conocieron “de verdad” en la murga La cuerda que falta, y un poco más adelante también, cuando a través de sus personajes Clarita y Graveli se hicieron amigos a primera nariz.
Desde el 2021, la cordobesa Fer Ludueña y el riotercerense Joaquín Pruvost conforman QUINLÚ. Una propuesta de música y teatro para las infancias o más bien un convite a habitar la ternura y la risa para animarse a cometer “el mejor error de todos”.
QUINLÚ y El achicador de toboganes
“Jugando siempre y entre guitarreadas con amigos, de a poco se nos fueron ocurriendo ideas, nos empezamos a juntar para crear algo”, cuenta Joaquín sobre el nacimiento de QUINLÚ. El nombre sugiere también un juego, dicen que es una “combineta” entre la última sílaba del nombre Joaquín y la primera del apellido de Fer.
Al poco tiempo apareció El achicador de toboganes, una obra que cuenta la historia de un villano, “un enemigo que no se ve, pero está latente”. Dice Joaquín: “Es una persona que se dedica a achicar toboganes, subibajas, pasamanos… En profundidad, es alguien que se dedica a achicar nuestras ilusiones, nuestros deseos y secretos, a decir que lo absurdo no existe”.
“No aparece en toda la obra, pero sí está dando vueltas como algo que tenemos que derribar nosotros mismos, en nuestro interior y con otros, con amigos”, agrega Fer. La idea es que para vencer “al achicador” hay que bailar, divertirse y reírse fuerte. Sólo así, y de esto no dudan Clarita y Graveli, “el tobogán volverá a estar como queremos que esté”.
El lenguaje payaso
Con Clarita y Graveli en escena, desaparecer detrás de una nariz es en realidad muy similar a aparecer por primera vez. Abrazando lo imperfecto, no existe el miedo a fallar. “Pienso que el lenguaje payaso fundamentalmente nos permite equivocarnos y ser exitosos en eso, -dice Fer- poder decir lo intento y lo disfruto, sobre todo en una sociedad donde el error está muy mal visto”.
Y continúa: “Creo que tanto Clarita como Graveli en el registro payaso cumplen esa función también con las infancias, es decir, invitan a habitar el error, disfrutarlo y también a poder pensar algunas soluciones que quizás parecen absurdas, pero son desde el corazón”.
“Los dos payasos se encuentran para hacerse el aguante y para ser los mejores, para fracasar con éxito, para que el error sea el mejor error de todos, el error más lindo”, dice Fer.
Clarita
Clarita es “multifacética” porque Fer, “como buena geminiana” tiene “distintos estados”. Con las infancias, Clarita es “amiguera”, pero con otros, Clarita puede ser “medio barrabrava” también. Clarita nació hace casi diez años y desde entonces Fer se reconoce como payasa.
“Si pasa mucho tiempo desde que estoy sin la nariz, ya empiezo a pensar raro… empiezo a pensar raro la vida adulta y ya no me gusta tanto. A mí me pasa que Clarita para mí es un rasgo saludable en la vida porque me amiga con el fracaso, con no ser perfecta, algo que además a las mujeres se nos vuelve mandato social en esta sociedad patriarcal”, dice.
Graveli
Graveli suele ser “un poco ansioso”, “miedoso”, pero también es un “agitador”, le gusta cantar y pedirle a la gente que baile. Recién con QUINLÚ, Joaquín dice que se empezó a interesar “oficialmente en el mundo payaso”. Ahora se siente “un híbrido” entre la música y el teatro.

“Antes de descubrir a Graveli, capaz yo quería tocar como el mejor guitarrista, el mejor cantante y no podía alcanzar eso y me frustraba. Encontrar al payaso me hizo poder jugar con lo que a mí no me sale”, dice.
Y cuenta: “Siempre charlando con la Fer y con otras personas, hago el chiste de que no me hago cargo. Yo no soy músico. No paso horas practicando la guitarra, pero sí puedo pasar horas pensando algo gracioso o una canción divertida”.
“Sos artista”, le dice Fer.
Por el camino correcto
Como docentes de la primaria (Fer en teatro y Joaquín en música), el dúo QUINLÚ sabe del trabajo con las infancias. Sin embargo, siempre es distinta la experiencia en escena.
“Capaz al principio uno cree que el público infantil es un público fácil y no es así”, comenta Joaquín. “De alguna manera, la mejor forma de curtir el payaso de uno es con las infancias, porque te van a decir si algo les gusta o no y van a ser muy directos y directas con eso”, dice Fer.
Y agrega: “Nosotros sabemos que termina la función y tenemos que sacarnos el micrófono y esas cosas que pueden romperse porque vienen al abrazo directo, se tiran de panzazo, no les importa nada, llanto, todo, te regalan caramelos, lo que sea. Con eso uno siente que está yendo por el camino correcto”.
(Fotos: Pedro Wester)

