Ana Belén Barragán: Migrar, estudiar y hacer cine donde sea que se esté

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Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida, canta Mercedes Sosa. Y para la ecuatoriana Ana Belén Barragán (30), Villa María es algo así como su otra casa, una canción que la traerá de vuelta.

“Me mudé a la Argentina a los dos días de terminar el secundario”, cuenta sobre su primera llegada. Tenía un hermano que vivía y estudiaba aquí, pero para partir sólo le bastó esto: saber que quería algo más, que aunque no supiera nombrar, no hallaba en Ecuador.

Decidió anotarse en la Licenciatura en Diseño y Producción Audiovisual de la UNVM, carrera de la cual se egresó en el 2021. Dice que aprendió “todo de cero”; que la universidad le permitió concretar sus ideas; y que lo más importante para ella fue descubrir que podía escribir y hacer cine.

Ana Belén vive ahora en Girona, España, donde continúa formándose y ejerciendo su profesión. Desde allí conversa con este medio en un intento de volver sobre las huellas para entender qué tienen que ver el deseo y la universidad pública con todo esto.

Estudiar y hacer cine en Villa María

“Villa María me pareció el ambiente más amable con los estudiantes, con más seguridad y oportunidades de salir a la calle a filmar. La práctica me pareció más accesible”, dice Ana Belén sobre las razones que la llevaron a elegir estudiar en la ciudad.

Y agrega: “Las clases eran como abrir un poco más mi cabeza, me hacían cuestionarme cosas. Yo también me propuse que cada año valiera la pena, disfrutaba de lo que estaba aprendiendo y quería practicar porque sabía que el cine tiene mucho de prueba y error”.

“Poder contar con una universidad y sus equipos, un espacio como el plató y contar incluso con gente que dice, ¡sí, vamos a filmar!, y está dispuesta a seguir tus ideas, ayudarte en locaciones, en lo que sea, es muchísimo”, destaca.

Un cine “ecuatoriano-argentino”

Mientras se “adaptaba a la vida del lugar”, Ana Belén comenzó a hacer cortos y documentales que reflejaban su mirada sobre el territorio. Una mirada que ya no era la de “una extranjera”, sino la de “una persona más que vivía en Villa María”, un registro también de la época.

Así, por ejemplo, en Se dice Ellas (2020), explora la historia de dos mujeres y una niña trans de la región, en el “entorno social y económico en el que crecieron y asumieron su identidad de género”. Y en Excluidas (2021), su tesis de grado, sigue la historia de tres mujeres que “intentan reinsertarse a la sociedad después de cumplir una condena en la cárcel”.

Admiradora del cine argentino y con interés en contar historias de mujeres y diversidades, Ana Belén dice: “El cine que yo hago es muy ecuatoriano-argentino; en Ecuador tuve mis primeras inquietudes sobre los temas que me importaban y de los cuales quería hablar, pero en Argentina aprendí cómo hacerlo, cómo llevar eso a la pantalla”, dice. 

Una ciudad también es una casa

Cuando se mudó a Villa María, su pareja Daniela vino con ella. Ana Belén cuenta que se casaron acá antes de que en Ecuador el matrimonio igualitario fuera legal. Con el tiempo, también se mudó su madre, que aún vive en la ciudad.

“Villa María se volvió el hogar de nuestra vida adulta”, menciona Ana Belén. “Ahora tengo más familia, amigos y gente cercana en Argentina que en Ecuador, tiene sentido elegir volver a Argentina… También algunas veces pienso: me gustaría tomarme un helado en la costanera de Villa María, cosas del día a día, que todavía extraño”, cuenta.

“¿Quién es el otro?”

“Yo tengo mucha gratitud con Argentina por todo lo que viví, y también hay cosas que no me gustan. Es lo que pasa cuando tú ya no eres turista en un lugar, -dice Ana Belén-, ves lo bueno y lo malo, lo criticas, te enorgulleces, es lo que me pasa a mí, ¡pero tampoco me gusta cuando alguien más critica a Argentina!”.

Sobre el debate que instaló el gobierno nacional alrededor del arancelamiento universitario para extranjeros, comenta: “Creo que discursos así son xenofobia tratando de pretender pasar por algún tipo de argumento sólido… lo que hacen es construir al otro como un enemigo imaginario”.

Agrega: “Cuando se instauran estos discursos no hablamos de los logros, siempre se habla de lo que se quita pero nunca se habla de lo que los extranjeros dan, que es mucho. Trabajas; sumas dinero, conocimiento, cultura, profesión; vives la misma realidad, pasas las mismas crisis; ese otro es alguien que comparte tus preocupaciones sobre el país…”.

“Ese otro es la persona que trabaja en la esquina de tu casa y a la que le compras todos los días; el remisero; tu compañero; es alguien con quien estás compartiendo un lugar… El problema real es más grave”, dice.

Sobre el deseo

Mamá no quiere ir a la playa (2023) es la “carta de presentación” de Ana Belén en España. Un cortometraje sobre “una mujer transgénero que retoma su tratamiento hormonal mientras su hija empieza la pubertad y menstrúa por primera vez”.

“El corto ha quedado en bastantes festivales y ya lo vio un público muy variado, eso me pone muy contenta”, cuenta. A fuerza de autogestión y con financiamiento de organismos estatales y privados, el trabajo de Ana Belén encuentra su modo de crecer y ser reconocido.

Un trabajo que “no es solamente un trabajo”, es “un alivio”, una necesidad de expresión a la que le hace lugar aún en la dificultad. Ella lo dice así: “Es que al final lo que más miedo me da no es que yo desee algo que sea muy difícil de conseguir. A mí me da mucho miedo no desear nada”.

1 COMENTARIO

  1. Ana Belén, excelente profesional y sobre todo excelente persona, siempre agradecido de haber formado parte de algunos de sus trabajos que me permitió conocer otras realidades sobre la visión que tiene del mundo y aprendí mucho de eso. Espero ver mucho más de ella en el futuro!

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