El Instituto Superior de Estudios Pedagógicos del Ministerio de Educación de la provincia de Córdoba concretó su tercera jornada de estudio “Accesibilidad, participación e igualdad: Los desafíos de la escuela y la formación docente hoy”. La primera conversación es en torno a la autoridad docente en la escuela.
¿Qué concepciones de autoridad hay que revisar? ¿Qué concepciones propician una relación pedagógica que habilita el despliegue de las potencialidades de quienes estudian? ¿Qué expectativas vinculadas a la construcción de autoridad pedagógica hay?
“No educamos para que otro obedezca”
A través de su reflexión, Beatriz Greco invita a pensar si es posible la reinvención de la autoridad pedagógica y si es posible aún la autoridad. “Educar tiene que ver con ejercer una posición y un lugar de autoridad entre tiempos, entre el pasado y el futuro desde un presente. Muy rápido aparece la crítica de que la autoridad está en crisis y por eso tenemos que soportar un malestar permanente en términos de una perdida. O la otra postura que sería la de aceptar que ya no hay más nada para hacer de cara a las nuevas generaciones. Mi propuesta será la de la reinvención de la autoridad pedagógica”.
¿Cómo pensar la autoridad pedagógica? “Hay algo de ese ejercicio de autoridad que tiene que ver con el hacer escuela, con el sostener una manera de estar con otros en un cierto tiempo, espacios, con tareas, con posiciones diferenciadas y ahí se empieza a tallar la cuestión de la autoridad. para provocar en otros procesos, devenires, transformaciones. Me gustaría poner un énfasis en que son las transformaciones de época las que hacen a una escuela diferente donde puede componerse con el concepto de autoridad. En esa nueva configuración, de cara a chicos y chicas que son sujetos de derechos, ellos tienen palabras, que hay una voz que hay que ser escuchadas y ahí tenemos que construir las coordenadas de un aprendizaje, de confirmar capacidades que son negadas”.
Para Greco, “portar una autoridad tiene que ver con una institución que la sostiene. La autoridad no es lo que cada uno puede hacer para propiciar un trabajo determinado sino con lo que una institución genera para sí misma. La autoridad es de la escuela, de cara a una comunidad que la requiere. Hay algo de la experiencia escolar que es irremplazable y un componente es de la autoridad”.
Cuando se piensa en autoridad aparecen palabras como mandar, obligar, dominio, sumisión, obediencia. Pero “cuando empezamos a pensarnos a nosotras mismas en el aula ejerciendo ese lugar de autoridad no nos alcanzan estas definiciones. No educamos para que otro obedezca. ¿Para qué educamos? Para el futuro, el cambio, la libertad, y una transformación».
La autoridad funda un proceso, da inicio, dice Greco. “Nadie se constituye sin un otro. En la escuela recibimos e inscribimos en un contexto cultural, en un mundo. Lo peor que puede pasar es que estén solos o solas sin adultos. Es no contar con esa figura, referente, quien funda un proceso y hace crecer una autoridad. La autoridad como quien da inicio, como quien da un origen y se hacer cargo de que ahí hay algo frágil. Hay que crear condiciones de crecimiento, pero nadie puede hacer ese crecimiento por otro”.
La especialista remarca que la autoridad está hecha de reconocimiento, a la autoridad te la da el otro. La autoridad no se tiene, se ejerce temporariamente. Esa autoridad te la otorga quien está en la relación y te reconoce allí.
¿Es posible educar sin autoridad? “La autoridad tendríamos que poder pensarla de otro modo. Hay una posibilidad que es reinventar lo que la autoridad habilita en las nuevas generaciones: su despliegue, su crecimiento, desde el lugar del adulto. La experiencia de autoridad se transforma en una posibilidad de transformación. La autoridad esta para generar constantes preguntas y diálogos”.
“Nosotros ponemos algo sobre la mesa y nuestros estudiantes a veces miran por la ventana”
Gabriela Lamelas recorre la disputa por la atención desde la autoridad y sostiene que “toda acción pedagógica requiere de un adulto mediador que sostenga su presencia y se plante en la necesidad de una intervención democrática pero que anuncie una posición de vínculo con el conocimiento”.
La atención, dice, es uno de los principales desafíos de quienes son docentes hoy, “que quienes comparten ese espacio con nosotros puedan y quieran. Muchas de nuestras invitaciones se encuentran con resistencias y reticencias. Nosotros ponemos algo sobre la mesa y nuestros estudiantes a veces miran por la ventana”.
Lamelas plantea que uno de los puntos es que existe un corrimiento del lugar de la enseñanza en los procesos educativos. En algunas formas de enseñanza actuales el sistema, el entorno es que él ordena, es decir, el estudiante está solo. El que está ausente es el docente. El entorno asume la autoridad. Y dice: “Podemos aprender sin que nadie nos enseñe, podemos aprender leyendo en internet, podemos aprender con la IA, pero una experiencia fundamental del aprender es ser enseñado por. Hay alguien que propone algo, que dispone, que diseña, que piensa ejercicios, que plantea una pregunta de conocimiento. La pedagogía es por excelencia un acompañamiento a que alguien pueda acercarse a algo de lo que le queremos enseñar”.
El segundo punto que plantea Lamelas es la idea de la innovación permanente: “La innovación se vende como parte de lo que debiera ocurrir. Creo que los docentes tenemos una tarea que es acompañar los cambios tecnológicos, los cambios de época, pero la innovación también está asociada a un lugar que muchas veces desacredita los saberes que los docentes tenemos y vamos probando. En este espacio hay de nuevo una autoridad pedagógica que tiene saberes muy valiosos que nos llevan a sostener prácticas que permiten las búsquedas y los problemas que traen cuando la autoridad docente es desacreditada”.
El tercer punto, dice Lamelas, es que hay “un tiempo de pantallas, internet, de inteligencia artificial que vende que la información esta ahí. Los docentes éramos portadores de ese saber. entonces esa autoridad pedagógica estaba conferida por un experto y hoy ese desplazamiento es presentado como un corrimiento y hace que el docente sea meramente el que acompaña esas búsquedas”.
Sobre esto dice que “hay un peligro en aceptar esta forma de conocimiento, esta forma de comprender. Ese vínculo con el conocimiento a través de las pantallas. ¿Ese ese el tipo de vinculo que queremos tener? ¿Dónde quedamos los docentes? Hay una idea de que los docentes antes teníamos autoridad y ahora ya no la tenemos. La disputa por la atención en la escuela es vieja, pero no solamente por estas otras tecnologías, sino porque la escuela es precisamente una forma de generar atención hacia el mundo y no es una atención espontanea. La escuela propone otra forma de vínculo con el mundo, que es una forma de operaciones de trabajo para acceder a ese conocimiento”.