Los hechos de bullying escolar son una suerte de endemia mundial y las escuelas de Villa María no son la excepción con tendencia a naturalizarlos.
Una familia tomó la drástica decisión de pedir el pase de sus dos hijos a otro colegio por los sucesivos hechos de violencia verbal que recibían. Ambos pequeños de 10 años recorrieron el mismo camino debido a padecimientos similares. Uno en estos días y el otro el año pasado.
Las identificaciones de los actores involucrados en este hecho no son relevantes en cuanto a la finalidad de esta crónica. La idea es “hablar” sobre esta problemática tratando de hacer centro en cómo influyen estos sucesos en el psiquismo y la subjetividad de las víctimas y de algunos victimarios, además del rol de los directivos y de los demás actores de la comunidad educativa: docentes, equipos psicopedagógicos y familias.
“La silla que dejó vacía Alexis”
Alexis (nombre de fantasía) se “cambió” de colegio y una mañana no fue más a ocupar su silla en uno de los 6° grados de la escuela de gestión privada a la que asistió desde el Nivel Inicial. Las y los “compañeritos” de aula, ese día, no ocuparon su silla y la misma permaneció vacía toda la mañana.
Algunos de sus pares “le escribieron cartitas” para hacérselas llegar a su casa por la tarde. Es más, algunos y algunas aún lo frecuentan fuera de la escuela y entre ellos “acordaron” no hablar sobre el tema. Suprema y ejemplificadora decisión frente a los discursos que suelen proponer algunos adultos (madres, padres, directivos) luego de enterarse de estos sucesos.
No suma en demasía detallar las escuetas respuestas institucionales que los directivos le propinaron a algunas familias sobre este hecho en particular. Distintas fuentes consultadas hablan de que la institución suma de a varios los casos de estudiantes que solicitaron “pases” a otros colegios en los últimos años en el primario y en el secundario.
Bullying
La Lic. en Psicopedagogía Fernanda Talei (MP. P. 32-1720) compartió con Villa María Educativa un trabajo de su autoría donde ubica estos hechos como una temática íntimamente relacionado a la defensa de los Derechos Humanos de las víctimas: en este hecho, de Alexis.
La Especialista en Psicopedagogía Clínica (UBA) y Terapeuta de niños, niñas y adolescentes se pregunta: ¿Qué tipo de fenómeno es el acoso entre pares en la escuela? ¿Cómo se manifiesta en el nivel primario? ¿por qué lo llamamos bullying? ¿es posible detectarlo a tiempo para poder prevenirlo? ¿quiénes tienen la obligación de prevenirlo?
“Desde estos interrogantes se pretende reflexionar acerca de la importancia y los alcances que el fenómeno del acoso tiene en la subjetividad de niños y niñas, a partir de profundizar en un tema poco desarrollado hasta ahora: la comprensión de cómo construyen los niños y niñas sus relaciones en la escuela, sus códigos de convivencia, la generación de sus propias normas para la vida grupal escolar”, manifiesta la profesional.
Derechos Humanos
Talei sostiene: “El enfoque de derechos humanos es el más inclusivo posible. Abarca a todas las personas, sin importar sus muchas diferencias, ni hacer distinciones a partir de cualquiera de esas diferencias (raza o etnia, nacionalidad, sexo, orientación sexual, identidad de género, creencias religiosas o políticas, cultura, situación económica, edad, capacidades, entre otras). En un enfoque de derechos humanos nadie queda afuera. Y así debe entenderse la educación, como un derecho de todas las personas y que a todas debe serles garantizado”.

La docente e investigadora en los espacios Seminario sobre Psicopedagogía en la Niñez, Seminario sobre Psicopedagogía de la Adolescencia y Clínica Psicopedagógica II de la Licenciatura en Psicopedagogía (UNVM) sostiene: “El acoso entre pares es solo una de las caras de las violencias que emergen en el escenario escolar, pero también ocurre de forma cada vez más extendida en el contexto de la sociedad convivencial digital (Wade A. y Beran, T. 2011)”.
Y agrega: “Se lo ha considerado como una suerte de “epidemia silenciosa”, porque aparece en diferentes culturas y contextos, en escuelas públicas y privadas, urbanas y rurales”.
Para Talei “se trata de un fenómeno más complejo, que involucra de distintas maneras al conjunto de la comunidad educativa, y que debe analizarse en función de los contextos específicos en los que se desarrolla, especialmente en función de los aspectos institucionales en los que se enmarca”.
Dominador-dominado
En su escrito, además, la investigadora y Presidenta del Colegio Profesional de Psicopedagogos Regional Villa María, incluye que “el acoso entre pares ocurre cuando una relación que se espera simétrica se transforma en asimétrica: se configura como un vínculo dominador-dominado, en el cual también son partícipes (por acción u omisión) otros actores”.
Y detalla lo más singular y preocupante de esta problemática endémica: “decimos que el acoso es violento porque: el daño o la agresión resulta disruptivo: el sujeto violentado no lo espera, no lo prevé o no puede defenderse y porque existe un desequilibrio de poder entre las personas implicadas: así la violencia sería una manifestación extemporánea y desmesurada de la fuerza o del poder físico, psicológico o social, que descarga un sujeto o grupo de sujetos sobre otro/s que no puede defenderse ni está preparado”.
Se destruyen realidades
En su trabajo Talei manifiesta: “Un detalle que parece relevante es que en la violencia entra el hacer, pero también el decir, el mirar o el desear. La realidad que se destruye no es siempre física o material, sino también psicológica: con un acto violento se destruyen afectos, conciencias, pensamientos, relaciones o convivencia entre personas”.
Y finaliza: “Tenemos el desafío de construir una cultura de los derechos humanos es un desafío grande en un mundo en crisis, en un mundo donde, además, la universalidad de los derechos humanos vive en permanente tensión con las situaciones que producen el multiculturalismo”.