Edith Vera: El jardín que lleva su nombre embelleció con un mural y las “salitas” se llamarán como sus cuentos

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La comunidad educativa del Jardín de Infantes Edith Vera, junto a invitados e invitadas, festejaron el nacimiento de la escritora local con recuerdos, música y relatos. Se cumplen 100 años del natalicio y Villa María la recuerda con distintos acontecimientos literarios y artísticos.

Su espíritu parecía rondar por el frente de la calle Perazzollo (400 viviendas), lugar donde se congregaron familias, docentes, estudiantes, amigas y amigos, y un puñado de autoridades municipales y educativas, para celebrar un acto en memoria de su nacimiento.

De haber podido ella participar, seguramente, le hubiera chistado a su “colectivo” que el espacio de las palabras se acortara para dar rápido paso a escuchar a los niños y niñas “interpretar” sus cuentos, correr frente al mural que embellece el frente y ver las salas que, de ahora en más, llevarán el nombre de sus cuentos.

Edith Vera: “Ella que comprendía y encantaba a los niños”

El Jardín Edith Vera (ubicado en la intersección de San Luis y Perazzollo) nació en 2009 con 20 estudiantes y tres docentes (hoy suman 138 infantes y 10 educadoras). La emocionada primera maestra y primera directora (hoy jubilada), Alejandra Menard, recordó: “Me dieron la enorme tarea de hacer funcionar en este edificio, tamaño edificio, un jardín de infantes. Así comenzaron a llegar las primeras maestras, niños, familias y organizamos juguetes, crayones y temperas”.

Agrega: “¿Saben cómo nos llamaban? Jardín sin nombre o Jardín Escuela Nueva. Había que buscar un nombre: entre los propuestos aparecía el de Edith. Nosotros felices porque el camino que elegimos era hacía ahí, que mejor homenaje: ella que comprendía tanto a los niños y encantaba con la dulzura de su voz”.

“Cada actividad, cada juego, están impregnados de su palabra, ternura y creatividad”

Se repitieron palabras de autoridades oficiales y entrega de reconocimientos frente al recordatorio. Hubo música, a cargo de las niñas y niños acompañados por la docente de música, cuentos por parte de narradoras locales (Adriana Depetris y Sandra Brondolo) y el descubrimiento de un bello mural que conjuga la obra de la escritora y su íntima relación con las letras y las niñeces.

La vice directora, a cargo de la dirección, Mariana Acevedo sostuvo: “Nuestro Jardín lleva con un orgullo su nombre, no sólo como recordatorio, sino como inspiración cotidiana. Cada actividad, cada juego, cada mensaje de los niños y niñas están impregnados de su palabra, su ternura y creatividad”. Finalizó recordando que el “educar, es un acto de amor” y lo pusieron en valor adjudicándole el nombre de un cuento de Edith a cada sala: Pato Canela (3 años), Marineros (4 años) y Dos Naranjas (5 años).

La obra

La artista plástica, y docente de Bellas Artes, Coqui Podestá, autora del mural, nos encuadra cómo se originó el proceso de creación de la obra: “Lleva un proceso largo de investigación sobre su obra y, también, en el entorno que iba a estar. La elección estética que yo definí fue este tipo de ilustración infantil y algo que fuera simple de interpretar para los niños, pero también otros ribetes que tengan con aquellos que conozcan más exhaustivamente la obra de Edith”.

Podestá, además, remarca: “Se podrá ver, en algunas partes del mural, que tiene una relación directa con algunos de sus textos”.

Terminó el acto, en el frente se impuso el silencio, dentro todo era alegría, y los libros de Edith Vera y Marta Parodi que se expusieron para este fin, volvieron a los anaqueles a descansar para “mañana” volver a florecer en las voces de las docentes y en los oídos de las niñeces de una población estudiantil donde el libro sigue siendo un descubrir del mundo, como lo pensaba Edith, un paso más hacia la libertad; cuidado, esa que señala la Real Academia Española (RAE): Facultad natural que tiene el hombre de obrar o no obrar según su propia voluntad, siendo responsable de sus actos.    

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