“El hambre es violencia, esta es la realidad de hoy que también duele”

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Un semicírculo se forma frente al micrófono que hay en Plaza Centenario. De fondo pueden verse los tambores a la espera y los carteles que, como en el 3J anterior, piden “Justicia por Fabiana”. No hay comunicado oficial esta vez, pero sí mucho para decir.

“Volvemos a las calles porque tenemos muchas razones para salir en conjunto y en unidad. Nos queremos vivas, sin hambre, con trabajo, tierra y techo. ¡Seguimos luchando por la emergencia en violencia ya!”, dice Leticia Forconi, una de las pioneras del Ni Una Menos en Villa María. 

El contexto no es el mismo, las personas tampoco y como cada año los reclamos se intensifican pero también cambian. “El hambre es violencia, esta es la realidad de hoy que también duele”, agrega Leticia.

Rosana Calneggia, del Círculo Sindical de la Prensa y la Comunicación (Cispren), Seccional Villa María y la Intersindical de Mujeres de la ciudad, es una de las últimas en tomar la palabra antes de la marcha para decir: “Hoy, el Estado, no sólo el nacional y el provincial sino este Estado municipal, ¡también nos da la espalda!, como aquel 3 de junio de 2015 cuando nos cortó la calle San Juan con la policía para que no llegáramos al Concejo Deliberante ¡y les tumbamos las vallas!”.

A diez años del primer Ni Una Menos

-¿Qué pasa, culiauuu?- Un grito emerge desde el río de gente que marcha y viene de una chica que agita los brazos. Qué pasa que pocas cantan, quiere decir. No hay megáfono cerca, pero al rato, otra de las que están, grita: “¡poder, poder…!”. Las demás se animan y responden: “¡poder popular!”.

Los tambores acompañan y no dejarán de sonar hasta que el frío obligue a volver a las casas. Carla Burnier (29) es una de las tamboreras de la marcha. Trabaja en patios y jardines y desde hace años forma parte de la Asamblea Socioambiental El Monte Nativo Vuelve. Se sumó a la Asamblea Transfeminista después de la pandemia.

El clamor de «Justicia por Fabiana»

A diez años del primer Ni Una Menos, Carla menciona la importancia de contextualizar la marcha y los reclamos. “Es mucho más complejo pensar en un espacio de organización colectiva cuando no tenemos el alquiler, el alimento y otras prioridades cubiertas”, dice.

Y agrega: “De hecho, hay un privilegio también en poder estar en una marcha. Muchas de las compañeras que no lo están es porque están criando o trabajando… estamos todas sobreviviendo. El contexto no es el mismo”.

“Lo político” entre los estudiantes

Para varias de las integrantes del centro de estudiantes El Aluvión (Sociales UNVM), esta es su primera marcha del Ni Una Menos. Tienen entre 18 y 22 años y reparten lazos violetas entre la gente. “Yo vengo de un pueblo muy chico y obviamente ahí no se hacen estos tipos de manifestaciones. Recién cuando vine a Villa María pude participar”, dice Lucía Flores (22).

Por su parte, Jade Gómez (20) de la organización estudiantil Brote (Humanas UNVM), menciona: “Como estudiantes tratamos de integrarnos en todas las luchas. Creemos que nuestra presencia hace la diferencia aunque seamos uno, diez, la cantidad que seamos”.

“Es muy importante que formemos parte”, dice, aunque hoy “lo político” sea visto como “algo negativo” entre un sector del estudiantado. “Somos la actual conducción del centro de estudiantes de Humanas y nos cuesta mucho incorporar a gente del instituto. Es realmente un desafío”, menciona.

“En carreras como Lengua o Música hay mucha participación. Después estoy yo del Profesorado de Matemáticas y alguien de Medicina -señala-. El resto de los estudiantes rechaza participar. Y se entiende, es una decisión personal, pero sentimos que muchos no se acercan porque lo político está muy mal visto”.

La fuerza para continuar

“Marchamos porque hay un femicidio cada 28 horas. Por nuestrxs jubilados. Contra el recorte en Ciencia”, decían los carteles de difusión una semana antes. También se convocaba a una colecta de alimentos para la Fundación Pinceladas.

Carla, que vive en el barrio Malvinas Argentinas, dice: “En todos los barrios hay situaciones de violencia, pero ¿cuáles son los barrios donde mueren las mujeres en manos de sus parejas, de sus familiares? Hay mucho que no se dijo en la marcha y eso tiene que ver con no poder organizarnos y hallar tiempo”.

También menciona: “Las asambleas terminan siendo más un espacio de desahogo que de organización. Entonces se hace más difícil, por ejemplo, pensar en una marcha. Aún así, logramos salir a la calle. Esa voluntad de juntarnos y poder organizarnos rápidamente estuvo muy buena. Habla de nuestros años como movimiento”.

“Nos movilizan las injusticias, las violencias del presente y siento que eso nos impulsa a encontrarnos, en esta situación, insisto, donde hay violencia: no vamos a una marcha porque solamente queremos juntarnos, tomar mate y tocar el tambor. En el contexto actual, esta marcha también nos da la fuerza que necesitamos para continuar”, concluye.

1 COMENTARIO

  1. Totalmente, la realidad visible en una sociedad muy empobrecida. La violencia surge por impotencia a poder vivir dignamente.

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