“La planificación es una anticipación reflexiva acerca de lo que pretendemos enseñar“

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Trazar un mapa, una hoja de ruta, orientarnos: buscar el Oriente (como navegantes de otros tiempos) implica fijar un punto de referencia para saber dónde estamos y hacia dónde nos dirigimos. ¿Qué contenidos deben incluirse en este viaje? ¿Cuáles son las herramientas con las que contamos para transitarlo? ¿Con qué tiempo contamos para llegar a los objetivos? ¿De qué manera evaluamos los objetivos y el recorrido?

La planificación educativa, como el recorrido de un viaje, supone poner en juego múltiples variables para alcanzar un objetivo: habilitar el despliegue de muchas habilidades y capacidades en ese recorrido hasta llegar a la meta del aprendizaje de aquellos contenidos que el docente propuso como desafío.

En diálogo con Sandra Buyán y con Luciana Caverzacio, integrantes del equipo de la Residencia Profesional Docente, de la Formación Docente Complementaria del ISEP, debatimos sobre la importancia de planificar en la enseñanza docente, sobre los criterios sostenidos a la hora de la planificación, y también sobre la relación entre los contenidos y los aprendizajes, reflexiones que surgen a partir de la práctica. 

¿Qué entendemos por planificación docente? En una propuesta educativa, ¿qué nociones y conceptos involucra? 

Cuando hablamos de planificación docente estamos pensando en la planificación de la enseñanza destinada a orientar los procesos de aprendizaje. Esta se constituye en un proceso de gran importancia para el ejercicio de la profesión. Es una manera de materializar las decisiones que asumimos a la hora de enseñar. Decisiones vinculadas a las posiciones éticas, políticas y pedagógicas y, en el caso de nuestros profesorados, también posiciones en relación a los saberes disciplinares que se ponen en juego. 

La planificación es una anticipación reflexiva acerca de lo que pretendemos enseñar y de cómo imaginamos que nuestros estudiantes aprenderán. En esta línea, la definimos como situada porque es pensada para determinados contextos de enseñanza, y también la consideramos como una hipótesis de trabajo porque, al ser una anticipación contemplada a partir de relevamientos de la realidad y de las definiciones asumidas, en la puesta en juego de la planificación se van asumiendo las microdecisiones que posibilitan llevar adelante procesos de enseñanza y de aprendizaje situados. 

Tomando ese punto de partida, ¿qué particularidades podríamos precisar respecto al modo en el que se piensa la planificación en el contexto de la Formación Docente Complementaria del ISEP? 

En el trabajo de formación que llevamos adelante en la Práctica Docente de la Formación Docente Complementaria -sostiene Sandra Buyán-, trabajamos la planificación a partir de un paradigma de complejidad. Esto significa que su construcción implica el reconocimiento de las múltiples variables que atraviesan los saberes disciplinares para ser enseñados, los saberes didácticos y pedagógicos, las características institucionales y los sujetos del aprendizaje, entre otros puntos”.

Y si hablamos de complejidad, es pertinente referirnos a la relación entre contenidos, aprendizajes y planificación… ¿Qué podemos decir sobre ese vínculo?

Sandra Buyán: Es una relación interdependiente. Contenidos, aprendizajes y planificación mantienen vínculos estrechos y determinantes. Los contenidos que se recuperan en la planificación necesitan un trabajo previo por parte de los/as docentes. Un trabajo que comienza con la lectura y el análisis de los diseños curriculares. De ellos se retoman los contenidos y aprendizajes para ser discutidos y reconfigurados en una planificación contextualizada.

En ese marco, ¿cuáles son los criterios que se tienen en cuenta a la hora de secuenciar contenidos y procesos, y cómo se plasma eso en la propia planificación? 

Luciana Caverzacio: Tienen que ver con las lógicas disciplinares, y con los campos de saber que se pretende enseñar, puesto que dichos saberes tienen una estructura que los define; estructura que, según los casos, se puede transformar, alterar, modificar. En relación con ello, es necesario tener en cuenta cómo se concibe el proceso de aprendizaje que se llevará adelante. De este modo, el contenido y el proceso de aprendizaje son pistas para pensar y materializar en la planificación la propuesta de enseñanza.

A la hora de materializar esa planificación, ¿aún es pertinente pensarla de manera anual? 

SB: Sí, consideramos fundamental poder pensar la planificación como construcción global de sentido, al interior de la cual se irán redefiniendo unidades temporales menores. Pensar la planificación anual posibilita explicitar las decisiones primordiales acerca del proceso de enseñanza que se pretende promover. Expone las definiciones estructurantes de la enseñanza, del aprendizaje y de los saberes que se pondrán en juego, pese a que esto no significa que todo lo que allí se coloca deba suceder. 

LC: La planificación atraviesa toda la tarea docente. Planeamos un año de trabajo a través de la planificación anual, pero también de secuencias didácticas, proyectos y evaluaciones que le dan vida a esa planificación anual. Esto nos permite anticipar lo que deseamos que suceda en las aulas y el horizonte hacia el cual nos dirigimos. Así, la planificación anual es un verdadero mapa que nos orienta, una hipótesis de trabajo.

Es decir que esa planificación también tiene cierta flexibilidad, ¿cuán flexible debe ser y por qué? 

SB: Es clave que esta planificación sea lo suficientemente flexible para adecuar este deseo que orienta nuestra práctica, primero, a cuestiones contextuales que la pueden atravesar, porque está condicionada por contextos singulares, por situaciones particulares que la atraviesan y que nos exigen modificarla, adaptarla y reconstruirla cuando es necesario. 

¿Qué aprendizajes se desarrollan en los propios docentes frente a la experiencia de revisión reflexiva de sus planificaciones y prácticas? 

SB: La práctica docente es una práctica artesanal que se construye teniendo en cuenta un contexto, definiciones institucionales, disciplinares, y en consideración de la realidad de un grupo de estudiantes determinado. Una vez definida la planificación, es necesario estar atentos y poder registrar cada modificación que es oportuno realizar para, por un lado, revisar y reflexionar sobre la propuesta realizada y, por otro, seguir construyendo conocimiento por parte del docente en relación con su propia práctica. 

LC: La revisión se hace en todo momento; es un proceso que atraviesa la implementación de cualquier planificación, sea anual o de clase. Es la reflexión sobre la práctica, y la articulación con marcos teóricos que la enriquecen, lo que nos permite aprender de la experiencia. 

Nuevas perspectivas después de la pandemia

La pandemia obligó al sistema educativo a implementar nuevas modalidades en la educación (virtual, semipresencial, combinada, etcétera). Frente a estos cambios, nos preguntamos: ¿qué desafíos y adaptaciones se debieron afrontar desde la noción de planificación?

SB: La pandemia nos sacó a todos los que formamos parte del sistema educativo de la zona de confort y nos obligó a pensar en otras formas de planificar, tanto la materia como cada una de las clases. Esto es un claro ejemplo de que la planificación nos permite anticipar lo que imaginamos y soñamos que suceda, pero no es determinante de lo que realmente va a suceder.

LC: En marzo del 2020 tuvimos que repensar en un corto tiempo cada una de las propuestas, no solo recortando contenidos y aprendizajes, sino poniendo en juego nuevos recursos, cuya utilidad y uso desconocíamos: reuniones virtuales, pizarras digitales, aulas virtuales, entre otras tantas posibilidades. 

Aun en un contexto tan incierto como el que vivimos en el 2020 y 2021, la planificación es la que organiza porque no es lo mismo pensar las propuestas sobre la base de una planificación construida -en la que definimos qué enseñar, por qué seleccionar ciertos contenidos y aprendizajes y no otros, con qué recursos hacerlos, y cómo evaluar esos aprendizajes- que pensarla sin un eje estructurante.

¿Cuál sería la importancia y el alcance de la planificación, de cara a los cambios necesarios en la educación, atendiendo a los contextos y a los estudiantes? 

LC: Más allá del contexto de pandemia, la planificación se transforma en una herramienta necesaria y valiosa porque materializa las definiciones más significativas acerca del proceso de enseñanza y aprendizaje. En todo caso, lo que el contexto de pandemia nos exigió fue el recorte de contenidos y aprendizajes y la adecuación a las características contextuales: espacios de encuentro, recursos, materiales, formatos de enseñanza y evaluación.

SB: Como integrantes de la Formación Docente Complementaria, nos interesa que los futuros docentes que estamos formando se apropien de la necesidad de construir planificaciones, en cualquier nivel de concreción (anual, de clase, etcétera), que sean potentes y flexibles y que, en el transcurso del desarrollo de estas, registren todas las modificaciones: realicen ajustes y propongan cambios para reconstruir sus propuestas y, en consecuencia, mejorar sus prácticas.

Fuente: ISEP

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