La marcha se detiene en Tribunales para exigir justicia “por las que no están”. Al grito de “¡Presente!”, cada una de ellas se convierte en un nombre que late e ilumina.
Este año, el reclamo más intenso es por Fabiana Pacheco. “Queremos saber qué pasó desde que salió de su casa”, dice uno de los carteles. Y el rostro de Fabiana a los 37 años se replica en todos lados. Sus amigas, sus compañeras de trabajo, su sobrina, sostienen una foto suya.
Echen coplas las mujeres / como piedras de afilar / por las que estamos, las que se fueron / y las que vendrán / y las que vendrán. En la vereda de Tribunales un grupo de mujeres percusionistas canta y repite estos versos. Las palabras se vuelven un amuleto. Una especie de rezo propio durante este 8 de marzo.
“Hoy somos la voz para pedir justicia”
En la esquina de General Paz y Buenos Aires, sobre la Plaza Centenario, están las chicas de Cooperativa Las Violetas vendiendo pañuelos lilas e imanes; están las trabajadoras de la Secretaría de Bienestar de la UNVM realizando una intervención con bancos de aulas y carteles; están los gremios Nodocentes de la UNVM y de la UTN desplegando sus banderas; está la Intersindical de Mujeres.
Diferentes organizaciones se acercaron hoy a la marcha organizada por la Asamblea Transfeminista de Villa María y Villa Nueva. Con los tambores de Ancestra como sostén, en la plaza hay poesía, canto, danza. Melisa Ochoa recita unos versos en el micrófono. “Que baile todo conmigo cuando bailo”, dice, y ya se empieza a armar una ronda, una chacarera colectiva al costado de la fuente.


De fondo una bandera dice “Justicia por Fabiana Pacheco”. Su sobrina, Karen Theiler, más tarde dirá: “Hoy somos la voz de todas esas mujeres que nos faltan. Hoy somos la voz para pedir justicia por todas esas madres, hermanas y amigas que mataron, por todas esas sobrinas que quedaron, por mí, por ustedes, para que no nos sigan matando ni silenciando”.
Las docentes al frente
“Marchamos, como hace muchos años, por la igualdad social, por la conciencia de clases y para que los derechos de las mujeres sean de una vez reivindicados”, dice Melisa Ochoa en conversación con Villa María Educativa. Melisa es psicopedagoga a cargo del gabinete psicopedagógico del IPET 56 Abraham Juárez, una escuela técnica pública ubicada en el barrio San Martín.
Sobre el conflicto docente, comenta: “La mayor parte del cuerpo docente somos mujeres, sostenemos un hogar, con o sin hijos, pero sostenemos un hogar y la situación docente, a sabiendas, es deplorable”.
Y agrega: “Yo estoy sin cobrar, por ejemplo, estando a cargo de la escuela, porque hay un proceso burocrático muy largo cada vez que se te cae una suplencia; eso también es una violencia terrible a la economía de la mujer”.
Melisa cuenta que trabaja en una escuela con doble turno que, como en la mayoría de los casos, enfrenta muchas necesidades. “Por más vocación que haya, uno no vive de la vocación. Ponemos mucho el cuerpo en un barrio, además, con muchas vulneraciones”.
“El año pasado, me sorprendió que los chicos pidieran que hubiera un psicólogo adentro de la escuela, que otros años hubo, pero el año pasado no. Los chicos tienen muchas necesidades -menciona- y nosotros, con lo que podemos, tratamos de ayudar, de escuchar y demás, aunque muchas veces no sea nuestro rol”.
Mujeres en la docencia y en la investigación
“Estamos marchando por la lucha de siempre, por las condiciones laborales que tenemos los docentes universitarios y todas las mujeres en el sistema público de educación”, dice Ana Guzmán, docente e investigadora de la UNVM.
“En la docencia y en la investigación, hay un montón de tareas que siempre se le terminan asignando a las mujeres, como por ejemplo, algo que se denomina trabajo ocioso, que es todo ese relleno de actividades que se tiene que realizar; o el trabajo doméstico-universitario”, comenta.

Ana explica que “a ese trabajo doméstico-universitario, por lo general, lo hacen las mujeres”. Un trabajo extra que implica “acompañar a los estudiantes, contenerlos cuando no pueden terminar las cosas, ver cómo armar los informes…”.
Y añade: “Siempre somos las mujeres las que estamos ocupando esos lugares en la investigación y en la docencia, así que para visibilizar esas acciones, para una igualdad y para una mejor calidad en el trabajo y en nuestras condiciones de vida estamos acá”.
Por los derechos conquistados
Hay una piñata lila que recorre toda la marcha, de punta a punta, por los aires. Todas se la van pasando y puede verse que tiene escritas algunas frases con fibrón negro. Son deseos, tal vez, o más palabras amuleto que se comparten en una suerte de conversación silenciosa.
Ivana Carranza y Diana Sosa, Nodocentes de la UTN, están cubiertas por una bandera azul que dice: “Por los derechos que supimos conquistar mujeres Nodocentes”. Ivana confirma el paro del 17 y 18 de marzo de “todos los gremios unidos” e indica: “El presupuesto no se tocó y seguimos con dificultades para el mantenimiento de la universidad, no sólo la nuestra, sino de todas las universidades del país”.
“Marchamos por todos los derechos que conquistamos y que nos quieren sacar. Por toda la vulnerabilidad que estamos sufriendo por parte del gobierno”, sostiene. La manifestación avanza y en la calle se encienden algunas bengalas de humo verde. Sostenidas en alto es como si el mensaje fuera: a pesar de todo, estamos acá, es imposible no vernos.