Dora Barrancos: “Todo el sistema educativo sigue pensando patriarcalmente”

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La socióloga e historiadora Dora Barrancos reflexionó acerca de las carreras y áreas del conocimiento que siguen siendo casi exclusivas de varones.

Dora Barrancos es licenciada en Sociología por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (1968) con Diploma de Honor, magister en Educación por la Facultad de Educación de la Universidad Federal de Minas Gerais-Bello Horizonte- Brasil y doctora en Historia por el Instituto de Filosofía y Ciencias Humanas de la Universidad Estadual de Campinas (UNICAMP)-Brasil. Investigadora Principal del Conicet. Desde 2013 dirige en la Universidad Nacional de Quilmes la cátedra abierta de Género y Sexualidades.

¿Cómo cree que evolucionó el papel de las mujeres en la ciencia en estos 40 años de democracia?

–Argentina presenta en este momento una notable participación de mujeres en la ciencia. El Conicet sigue teniendo más mujeres que varones. A contramano de lo que se piensa, el área con más presencia femenina no son las ciencias sociales y humanas sino la biología. Hay una elemental consideración de algunos varones que explican este fenómeno alegando que las mujeres eligen esta carrera porque están más cerca de la vida. Esto es disparatado y ridículo. Creo que las chicas están teniendo un imaginario vocacional frente a los desafíos de una ciencia efervescente, sobre todo en biología molecular.

¿Por qué hay carreras con mayor presencia masculina?

–Desde la infancia se dan sesgos en la elección. Existe un imperativo categórico patriarcal que impregna el imaginario de cada familia, hasta que se producen sacudones. Hay tareas de niñas y tareas de niños. Deportes para varones y deportes para mujeres. Lo más grave es que ese imperativo continúa en la socialización secundaria, en todo el sistema educativo que sigue pensando patriarcalmente. Es imperdonable que el Estado siga repitiendo lo mismo.

Usted se refirió a teorías que destierran la idea del binarismo entre un cerebro femenino y otro masculino. ¿Podría profundizar un poco más sobre estas teorías?

–Una red de neurocientistas mujeres, que tiene sede en Suecia y presencia en Argentina, lo plantea en términos de dameros: cada persona tiene aspectos femeninos y masculinos que se van complementando. Esto no significa hegemonía de unos sobre otros. Destierra también la idea de que el cerebro origina la sexualidad. Hay un trabajo interesante que plasmó Lu Ciccia en su libro La invención de los sexos (editorial siglo 21).

¿Cómo atraviesan los feminismos a la academia?

–Sigo pensando que las ciencias sociales y humanas son las que más ponderan la incisión de la epistemología feminista. Tal vez tenga alguna capilaridad en el área biológica, a propósito de estas manifestaciones neurocientistas. Pero es más difícil que esta perspectiva se abra paso en la química o en otros dominios. El derecho, por ejemplo, tiene un mejor hospedaje de la perspectiva de género en la especialización. Pero la formación de grado sigue siendo híper patriarcal.

¿Cómo evalúa el contexto actual?

–Estamos en una encrucijada. Hay una revivificación de dispositivos mentales, actitudes y sensibilidades reaccionarias de ultraderecha. Lamentablemente, se han constituido en partidos políticos con una enorme capacidad para actuar y definir políticas públicas, como en Italia, donde se promueven leyes punitivas exacerbadas. Como historiadora sé que no es el único ni primer momento intenso que desplaza el sentido de integridad. Se suelen dar momentos en los que el miedo existencial, que sobreviene de pensar en un mundo tan inseguro, puede encauzarse en la búsqueda de un chivo expiatorio. En culpar a las feministas y a las disidencias por todo lo que está pasando. Hay una suerte de pánico moral que pone el acento en que hay quienes son responsables de esto. Algo que alivia muchísimo, por supuesto, porque entonces el resto no tiene la culpa de nada.

¿Cuáles son los próximos desafíos?

–En estos momentos se debate en el Congreso la Ley de Cuidados que permitirá, sobre todo a sectores populares, acceder a beneficios en la resolución de los cuidados de niños, niñas, adolescentes, personas con discapacidad y adultos mayores. Pero no hemos conseguido movilizar a todas las congéneres en apoyo de esta ley central. No hay que desanimarse. Hemos tenido grandes combates y después de esa instancia sobreviene la calma. Es el reposo de la guerrera.

Por Natalia Lazzarini
Redacción UNCiencia

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