La Biblioteca Bernardino Rivadavia compartió un proyecto educativo con el Patronato de la Infancia que está cumpliendo 120 años de vida. Intramuros se entrecruzan historias de vida, aprendizajes, sollozos, alegrías y momentos compartidos, mientras que extramuros, hoy, las y los estudiantes que participaron rescatan la labor de “educar para la comunidad” sobraliana, como eje motivador.

El cierre de este trabajo en red es la presentación de un libro que rescata la trascendente labor socio-comunitaria de la entidad benéfica, pero que desde principio de año se fue forjando con tareas de voluntariado, encuentros y pintadas de murales en el tradicional edificio de calle Mendoza.
Estudiantes del Rivadavia hacen propios los preceptos de Sobral
La culminación del proyecto educativo será la presentación del libro “Rescate de un legado: el Patronato de la Infancia contado por sus protagonistas” el 24 de octubre, a las 19, frente al edifico de Mendoza 1355.


Docentes y estudiantes de 6° Año de Sociales y Humanidades y 6° Año de Artes Visuales del Instituto Secundario Bernardino Rivadavia le dan vida a este trabajo que tiene como base el programa provincial (con bases epistemológicas) “La escuela posible” donde rescata labores de instituciones que rescaten experiencias con capacidad de resignificarse y evolucionar, en un tránsito constante hacia la mejora continua en contexto.
Proyecto sobre la historia del Patronato
El 120° aniversario del Patronato, y su historia, creció de la mano de la propia Biblioteca Rivadavia que, en todos estos años, fueron intercambiando experiencias, talleres y acciones lúdicas y de aprendizajes, más aún cuando se retira de la dirección la congregación religiosa, la directora de entonces acude al propio Antonio Sobral para solicitarle apoyo para continuar con la entidad.
El profesor Víctor Guaschetti, quién lideró el proyecto, cuenta que cuando recibe la idea del presidente de la BBRA Sergio Gilabert, sobre una acción que rescate la vida institucional del Patronato, pensó: “Podíamos hacer un rescate oral de la historia… ¿Por qué oral? Porque cuando lee un libro de historia, no todos tienen el testimonio y la experiencia de lo vivido”.


La vice presidenta del BBRA Beatriz Britos fue el nexo entre el “equipo editor del libro” y las personas que están al frente de la entidad. Así fue que el profesor Javier Pérez (Lengua) se encargó de la corrección gramatical y la profesora de Artes Marina Salusso de liderar el equipo de “ilustradores e ilustradoras” luego de recibir los textos elaborados por estudiantes de Sociales. Se sumó a la tarea, además, la docente Claudia Paris.
El aula como catalizador social
Primera muestra de la importancia de este soporte bibliográfico: “Los (y las) chicos deben saber qué es el Patronato, muchos ni sabían dónde estaba. Decidimos hacer una visita y las personas de la comisión le contaron cómo había surgido, que las primeras fueron las Hermanas del Colegio San Antonio y otras minucias, comenzaron a darnos unos nombres”, detalla Víctor.
Segunda muestra: “La idea, en primera instancia, era solamente entrevistar a la gente de la comisión. Dije ¿por qué no podemos trabajar con chicas que residieron y hoy son mujeres adultas, algunas hasta abuelas? Algunas dijeron que sí, otras no. Así fue que las entrevistas fueron con actuales directivas, ex celadoras y cuatro ex residentes”, expresa Víctor. Así nació la publicación que incluye, además, testimonios de ex maestras normales del Rivadavia que también dictaron clases en el Patronato.
“Dentro de los principios medulares del pensamiento sobraliano, está este contacto con la realidad. Para él era muy importante tanto aquello que se aprende en el aula o en el afuera. La solidaridad y la cooperación no se puede generar desde la teoría si no lo vivimos”, apunta Cecilia Bazanella, director del ISBR.
Los protagonistas: “Fue un choque con otra realidad”
Según Salusso, para este trabajo, la idea fue “conocer la historia previa de cada testimonio y tratar de situar al alumno (o alumna) en cada la historia que cada persona vivió. Trabajamos ilustrando esas historias de vida, que algunas son muy fuertes, muchas anónimas, y visitamos la biblioteca para ver trabajos de distintos ilustradores y editoriales”.
Camila Cabral, una de las estudiantes “entrevistadora/redactora”, refiere sobre la experiencia: “Cuando nos contaron del proyecto, me llamó mucho la atención. Me gusta mucho estar con niños y ayudar. Fue un choque con otra realidad y acercarnos a otras realidades que, quizás, uno no conoce. La verdad que me impresionó y me impactó la historia. No sólo dónde estaban sino cómo vivían y cómo eran sus vidas. Me contaron historias muy fuertes, no fue fácil transcribirlas, y me dio como otra mirada más crítica sobre los problemas que una puede tener, siendo que hay otras personas tienen mayores dificultades”.
Tercera muestra de importancia: Camila, luego de esta experiencia, se transformó en voluntaria del Patronato, y asiste tres veces por semana para ayudar en distintas acciones.
Ilustradoras e ilustradores: poner color al libro y a los muros
Martina Barrionuevo, la estudiante que se encargó del Arte de Tapa del libro, relata lo vivido: “Cuando fuimos al Patronato por primera vez, no lo conocía y fue emocionante. Nos dijeron qué parte queríamos que pintáramos y le diéramos vida. Vi todo muy monótono y la verdad que me dio muchas ganas de imprimirle más vida, ya que es para niños (y niñas) y lo bueno que ellos puedan ver colores. Fue un cambio rotundo el que hicimos en el patio, estaba todo gris, y al terminarlo, fue como que prendió el patio completamente con colores”.



Ciro Díaz Meyer también encuadra el trabajo para este proyecto: “A partir de las entrevistas, tuvimos que hacer las ilustraciones. Usamos estilos más caricaturescos, cercanos a la historieta del siglo pasado, y estuvimos trabajando la tapa y representar al Patronato. Usamos varios estilos: collage, acuarela, acrílico…, muy variados. En el mío, quise representar lo que es la calidez (del lugar), y el recuerdo lo hice en un color más frío, que representara lo nostálgico, como diciendo quiero estar ahí, pero a veces me trae tristeza, angustia…”.