“Nosotras somos ocho compañeras, todas mujeres del barrio que nos organizamos para cocinar. Tres cortan, tres limpian y dos cocinan. Yo cocino, -dice Victoria Zappalá (30)-, cocino y recibo a la gente que viene, llevo la cuenta de las verduras, la carne, los insumos para cocinar”.
En el barrio San Nicolás de Villa María, La Poderosa tiene espacio en el Centro Comunitario Pinceladas. Los días martes y jueves entregan cerca de 200 viandas para las familias vecinas. La demanda creció en los últimos meses y junto con otros comedores de la ciudad exigen al municipio que declare la emergencia alimentaria.
La Poderosa: “Emergencia alimentaria, urgente y necesaria”
La cantidad de porciones “depende del día en el mes, va variando”, dice Victoria. Pero una realidad visible es que “se sumaron más familias y muchos adultos mayores que ya no pueden comprar su propia comida”. Hacia adentro, en la cocina, la situación también se vuelve compleja cada vez: los insumos no alcanzan.
“Estamos tratando de que se declare la emergencia alimentaria en la ciudad para recibir más alimentos y poder cocinarle a toda esta gente. El Estado nacional, provincial y municipal no entregan los insumos necesarios para ofrecer una comida digna”, dice.
Desde el municipio, Victoria cuenta que reciben “lo seco y carne”. Fideos, arroz, polenta, pollo, cinco kilos de carne de cerdo. No es suficiente. “Van las familias a retirar su vianda, pasan la mamá o el papá a buscar comida para sus hijos… La emergencia es para todos, para los 30 comedores que hay aquí en la ciudad”, menciona.
Al calor de las ollas populares
Frente a esta situación, desde abril y junto al Frente Patria Grande, La Poderosa organiza la campaña Villa María Sin Hambre. “Cada 15 días hacemos una olla popular en barrios donde creemos necesaria hacerla, vamos rotando”, explica Victoria.
Y agrega: “En el transcurso de las ollas nos fuimos conociendo con otros comedores, compartiendo nuestras realidades y viendo que a todos nos pasa lo mismo. La necesidad es la misma y en algunos lugares incluso más que en otros”, comenta.
Ya se encendieron ollas en los barrios Las Acacias, Santa Clara, Botta, Nicolás Avellaneda, Las Playas y San Nicolás. El sábado 20 de julio tuvo lugar la séptima en “El Pince”. La joven cuenta que en esta oportunidad también se entregó la ropa de abrigo recolectada durante los días previos en el marco de la Campaña de Invierno.
Como “la ropa de verano fue la más recibida”, Victoria cuenta que seguirán aceptando donaciones en El Pinceladas (Mafalda Gilli y Buenos Aires) los días martes, jueves y viernes por la mañana. Se precisan frazadas, abrigos, calzados, medias, gorros y guantes en buen estado. También se reciben colchones y camas.
Los barrios resisten, la realidad desespera
“Yo vivo sola con mis dos hijos. Por el momento sólo trabajo en el barrio y busco otras cosas porque la plata no alcanza; -cuenta Victoria- mis compañeras y yo estábamos cobrando un sueldo doble por las horas que trabajamos en el barrio pero nos bajaron el sueldo con el Potenciar Trabajo que ahora es Volver al trabajo. Volver al trabajo le pusieron, como si alguna vez hubiésemos dejado de trabajar”.

En esta negación de la tarea comunitaria y con el cambio del plan, el gobierno nacional fijó los montos de este plan en 78 mil pesos. “Y a mucha gente, muchas compañeras y compañeros nuestros que también lo cobraban, directamente se lo han dado de baja”, dice la joven.
Sobre los políticos en turno, menciona: “Nosotras vemos que, lamentablemente, Villa María votó a este gobierno. En el barrio mucha gente lo ha votado a Milei por un cambio. Pasa el tiempo y se arrepienten, es lógico. Pero bueno, nadie juzga ni nada. La necesidad no es cosa de ahora, siempre se ha visto necesidad. Sólo que ahora es más… no sé cómo explicarme. Es más desesperante”.
“Somos lo que hacemos”
En La Poderosa también tiene lugar una cooperativa de mujeres que hace ocho años producen y venden mermeladas en Villa María: las Mermeladas Poderosas. Dice Victoria: “Las cooperativas son muy importantes para hacernos de un trabajo, para generar un ingreso. Son una oportunidad, sobre todo para las mujeres”.
“Para mí significa un antes y un después. La organización (La Poderosa) te brinda un montón de ayuda, nos enseña a transitar las realidades que vivimos. Entre compañeras nos ayudamos”, cuenta. Los eslóganes, así, se hacen calle: la salida es solidaria y colectiva.