Las realidades van rápido y corren con smartphones

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En agosto el Instituto Superior de Estudios Pedagógicos del Ministerio de Educación de la provincia de Córdoba invitó a docentes a pensar sobre su oficio, la escuela y la actualidad. Tres ejes que no pueden pasar desapercibidos. Rescatemos algunas reflexiones.

Qué es la escuela, qué es enseñar: lo único constante es el cambio

Andrea Alliaud lo dice en dos palabras. Hacer escuela y enseñar es una “apuesta esperanzadora”. Y rescató: “Saber y poder enseñar implica crear las mejores condiciones para que todos y todas puedan aprender (…) enseñar en las escuelas hoy no puede entenderse como la aplicación, no es aplicar, bajar lo que uno planificó o aprendió en el profesorado”. Ahí ya marca un problema, un cambio en la realidad, pero eso lo vamos a ver después.

La directora general de Educación Superior, Liliana Abrate, dice que “la escuela es una asociación de personas y cosas para lidiar, para cuidar, prestar atención, cuidar a las nuevas generaciones. Es un gran dispositivo organizador de tiempo, espacio y materia. La escuela es una cuestión publica que tenemos que atender, fortalecer y renovar frente a las múltiples transformaciones”. Ahí aparece otra vez el cambio, las modificaciones de la realidad.

La investigadora y docente, Inés Dussel, ya nos habla de la escuela a partir de reconocer ese problema, ese cambio. Y dice: “Hay que hacerse herederos de un problema, no lo aceptemos ya masticado, tratemos de replantearlo y de comprenderlo. Además de evitar el planteo dicotómico de una posibilidad que nos conduce a la guerra. Busquemos el cuidado, la reflexión, el estudio y el encuentro para pensar de otra manera”.

Las realidades van muy rápido y lo hacen con smartphones

Alliaud definió a este presente como cambiado y cambiante, con protagonistas constituidos por dispositivos y determinadas herramientas que impregnan la cotidianeidad. El docente no es más un mediador, ya no tiene el monopolio del saber. El docente tiene el poder de lograr que la enseñanza no se interrumpa. Enseñar debe ser, en la actualidad, un acto de producción, de creación, de innovación, de invención.

“Hay ligereza, superficialidad, sensación de libertad, todo va a contramano de una lógica escolar que está regida por el libro, con una dinámica que aspira a la profundidad y a la linealidad. Esto es lo que nos pasa en la escuela con estos artefactos, intermediaciones y subjetividades”.

Sobre este punto, es interesante tomar dos reflexiones de Alliaud y Dussel que refieren a cómo la tecnología cambia las relaciones dentro de la escuela. Dussel dice que “está roto cierto dialogo intergeneracional” y rescató una investigación realizada entre Argentina y México sobre las prácticas de estudio con Youtube, “es algo masivo, buscan videos escolares y priorizan los que tiene más vistas. Buscan matemáticas e historias. Lo que importa es ahorro de tiempo, hay un empobrecimiento de prácticas del saber”.

Al no tener el docente el monopolio del saber, también cambian las formas en cómo se construyen estos vínculos. Alliaud dice que a los vínculos hay que construirlos. “Los alumnos no nos van a respetar solo porque somos la docente, hay que construir los vínculos. En el presente este vínculo exige reciprocidad, entonces también tiene que haber un respeto hacia esas personas que pretendes formar, educar, transformar. Los jóvenes exigen esta reciprocidad y democratización por sus saberes. Si lo que yo hago está dedicado a esos sujetos que están en situación de aprender, a veces tiene que ver con cómo presento esas porciones del saber y de la cultura, con cómo desarrollo de manera de interesar, convocar, de tentar. Esto es volver a nuestro oficio”.

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