¿Qué tiene que ver la Geografía con la sexualidad y la Educación Sexual Integral? ¿Y más aún, la enseñanza de la Geografía? La respuesta a esas preguntas es: mucho.
El libro “Geografía y Educación Sexual Integral. Aportes para la enseñanza de los espacios contemporáneos” es de Magdalena Moreno y Cecilia Mastrolorenzo.
Las autoras se preguntan ¿Qué tiene que ver la Geografía con la sexualidad? ¿Y más aún, la enseñanza de la Geografía? La respuesta a esas preguntas es: mucho. La propuesta acerca herramientas concretas para que docentes de Geografía de secundaria puedan incorporar la ESI en sus clases. De este modo, presentan variadas actividades pensadas a partir del diseño curricular de geografía a escala nacional.
“Son actividades que lo que intentan hacer es pensar las diferentes dimensiones de los territorios incorporando la perspectiva de género y cumpliendo con los lineamientos de la educación sexual integral para las ciencias sociales”, dice Magdalena Moreno. Ella es Profesora en Enseñanza Media y Superior de Geografía, Especialista docente de nivel superior en Educación Sexual Integral, Becaria doctoral de Conicet y Doctoranda en Geografía. Además de Profesora de “Educación Sexual Integral”.
El libro es un buen puntapié para quienes quieran inspirarse o empezar a incorporar la ESI en sus clases de geografía. Las actividades proponen, por ejemplo, pensar la dimensión ambiental de los territorios y pensar el lugar de las mujeres en los movimientos sociales y territoriales. O plantean conocer, por ejemplo, cuál fue la respuesta de las mujeres de la invasión de Turquía a Siria o qué ocurre con la organización de las mujeres en Kurdistán.
Globalización, población, todo con perspectiva de género
Si pensamos la globalización como tema, Magdalena dice: “Siempre se estudia, por ejemplo, dónde se localizan y se re localizan las empresas transnacionales. Entonces con este libro lo que hicimos es pensar desde la perspectiva de género estas empresas transnacionales. ¿Qué campañas publicitarias hacen? ¿A quiénes emplean? ¿Por qué? ¿Qué salarios tienen?”.
También pensar cartografías vinculadas a cuestiones de género, pensando en la dimensión sociodemográfica como la población. Esto es pensar ¿quiénes migran? “En general se da el fenómeno en los últimos años de feminización de las migraciones en términos de género y familiares, por ejemplo”.
Otra propuesta es problematizar la pirámide de población que es totalmente binaria o el derecho a la ciudad. “Ahora en el último censo se incluía una pregunta acerca de la identidad de género. También poder trabajar con esto en el aula y también con la dimensión económica de los territorios, problematizar sobre todo la división sexual del trabajo y pensar las estrategias de movilidad que tienen los diferentes sectores en términos de género para moverse, por ejemplo, en el espacio urbano”.
Entre la geografía escolar y la geografía de la sexualidad
En la década de los 70 en los países hegemónicos anglosajones comenzó a desarrollarse una Geografía de la Mujer. Ésta fue incorporando el planteo de otras ciencias sociales, tomando la categoría del género para pensar las relaciones de poder entre diferentes grupos atravesados por un sistema de sexo/género. Así se conformó la Geografía de Género, que viene desarrollándose desde fines del siglo XX, pero, sobre todo, en la actualidad. Se trata de una geografía de la sexualidad.
La autora viene investigando en este campo y de ahí surgió la propuesta del libro: “Veía como un salto importante, una distancia entre lo que ocurría en la ciencia o en esta área de la geografía y lo que ocurría en el aula, entonces me parecía importante poner en diálogo y como los conocimientos que llevamos al aula tienen una validez científica. Creo que hay un cruce posible y súper necesario de hacer con la geografía escolar, pero a la vez es necesario que sea un cruce con respuestas concretas”.
De este modo, el libro intenta acercar estas dos esferas del campo científico y el campo escolar con actividades bien concretas que se pueden llevar hoy mismo al aula.
¿Por dónde empezar?
Para Magdalena, la formación en educación sexual integral para docentes de geografía es insuficiente. “Creo que hay mucho interés por parte del docente de formarse, pero en el caso de geografía son pocos los profesorados, ya sea a nivel terciario o universitario, que incorporan una materia específica de educación sexual integral”, dice.
Entonces, ¿cómo empezamos? Para la autora la primera recomendación es preguntarse si ese ejemplo que se lleva al aula o esa temática ¿es representativa de toda la sociedad o solamente de un grupo? “Por ejemplo, esto que estoy enseñando sobre el espacio urbano, representa realmente la realidad de todos los colectivos que somos parte de la sociedad o solamente determinados varones, heterosexuales, cisgénero. Yo creo que, con esa primera pregunta, luego se abren otras, porque eso no es representativo. Se está mostrando como universal algo que es para un grupo específico que suele ser el hegemónico en términos de género”.
Por otro lado, Magdalena invita a revisar nuestras propias creencias. “Fuimos formados en un sistema patriarcal y machista. Aprendimos eso, entonces si no lo revisamos y no estamos dispuestos a revisar nuestras prácticas es muy posible que lo volvamos a reproducir en el aula”.
Estamos satisfechos con su investigación