El reconocido escritor y docente universitario se presentó en la nueva edición de la Feria del Libro de Córdoba. En conversación con Martín Cristal y frente a una sala colmada hizo pública sus “confesiones” acerca de eso que lo convoca a la hora de leer y escribir.
Pero también contó que se hizo hincha de Boca por Norma, la joven que lo cuidaba de niño, para tener algo en común con ella. Que su esposa, la psicoanalista y escritora Alexandra Kohan -a la que se refiere como “mi mujer”- es la primera en leer sus manuscritos y que su veredicto es definitivo para que una novela suya se publique o no.
Para Martín Kohan, escribir es trabajar con “las huellas del yo, pero sin el yo”. Sin embargo, literatura y vida se vuelven en ocasiones dos caras de una misma moneda. Veamos qué dice y hace Kohan.
Martín Kohan: Feria del Libro de Córdoba
En una de las carpas blancas de la Feria del Libro, sobre la Supermanzana de la Intendencia de Córdoba, se presenta Martín Kohan. Pero adentro está Rocambole, en un extremo y tapado por la gente, firmando ejemplares de ilustraciones que hizo para Los Redondos.
La gente que recién entra, pregunta: ¿acá es lo de Kohan, ahora a las ocho? Sí, es acá. Pero Rocambole no se va hasta firmar el último ejemplar. Cuando eso sucede, Rocambole y su multitud desaparecen para que aparezca Martín Kohan.
¡Viste! Te dije que iba a venir con una remera Adidas y la mochila al hombro, dice alguien en el público. Kohan hoy hablará, sobre todo, de literatura. En medio del contexto político, eso se parece a un oasis. Tal vez toda la Feria del Libro lo sea, al menos hasta el domingo 20 de octubre, en una de las provincias que más votó a Milei.
Los teléfonos de Kohan
Kohan se acuerda de cosas. Se acuerda del número de teléfono de la mueblería de su papá o que en su casa familiar no había teléfono y que para hablar por teléfono tenían que pedírselo a un vecino y que ese vecino los escuchaba hablar.
Kohan se acuerda del teléfono y escribe un ensayo de 136 páginas sobre cómo la transformación tecnológica configuró nuevos modos de circulación de la palabra en la sociedad (¿Hola? Un réquiem para el teléfono).
“Los soportes tecnológicos condicionan la edición y la recepción de lo que se dice o de lo que se escribe. ¿Qué manera de hablar se inventó al inventar el teléfono? ¿Qué manera de hablar está desapareciendo dado que ya casi nadie habla por teléfono?”, dice durante la charla.
Las preguntas siguen: “¿Qué ha pasado, en estos pocos años, por lo cual se vive dramáticamente que alguien nos llame por teléfono? Lo que Putin hizo en Ucrania es una invasión, ¡pero una llamada por teléfono no! Perdoname que te invada, decimos al llamar”.
En escenas cotidianas como esta, hay un indicio que Kohan interpreta como “una muy mala relación de época con el imprevisto, o dicho al revés, una cierta pretensión de que todo se sepa desde antes para que no pase nada que no haya sido previamente definido”. La gente, en la sala, parece coincidir. Aplausos.
“Las huellas de uno sin uno”
“Tanto en la ficción como en los ensayos, no tengo ni pretendo tener una relación fluida con lo autobiográfico. No es el tipo de escritura que más me atrae”, dice Kohan. A su vez, en Me acuerdo e incluso en ¿Hola?,el autor toma aspectos de su propia vida como materia prima. Lo que opera, por supuesto, es el lenguaje, la ficción.
“No suelo escribir textos donde el objeto sea yo mismo, pero probablemente fui encontrando otra manera de trabajar con las propias vivencias, no exactamente con el yo pero sí con un mundo propio, marcas propias”, explica. Un trabajo con “las huellas de uno sin uno”.
Leer los libros Me acuerdo de Joe Brainard y de Georges Perec, le dieron ganas de experimentar con el formato de narrar recuerdos. “Al escribir hay que encontrar la modulación justa – dice- para que los recuerdos no sean una marca subjetiva, sino la huella objetiva de lo vivido. Yo no la encontré como escritor, la encontré como lector leyendo a Perec”.
Se apaga el micrófono
“Había una chica con la camiseta de Boca que vino, me acuerdo de eso, ¿sigue por acá?”, pregunta Kohan hacia el final de la charla. La gente se ríe. En esta carpa abierta, rodeada por otras y atravesada por el ruido de todo lo que pasa afuera, Kohan agradece.
Cuenta que se quedará por una noche más y que al día siguiente regresará con su mujer, que por cierto lo llamó por teléfono esa mañana para decirle qué le pareció su último manuscrito: le gustó mucho. ¡Habrá nueva novela de Kohan, entonces!
Fotos: Secretaría de Comunicación y Cultura (Córdoba)