La reconocida psicopedagoga Liliana González disertó a sala llena en el marco de la Feria Educativa «Conectando Saberes» en Villa María.
“Hablar de la diversidad de las didácticas, es hablar de las aulas complejas. No estoy encontrando, hace muchos años, chicos de 8 años con pensamiento operatorio que hayan salido del egocentrismo y puedan ponerse en el lugar del otro”, reflejó en relación a la temática que la convocaba y reunió a más de 400 personas que completaron el salón principal y el auditorio del Leonardo Favio.
“Es más, aún existen cuarentones que no se ponen en lugar del otro… (Jean) Piaget debería decirme, al menos, que las edades son un poco más flexibles”, ironizó hacia su público, mayormente docentes.
González a la sala llena en Villa María
Es profesora y licenciada en Psicopedagogía, especialista en clínica de niños y adolescentes. Docente durante 33 años. Escritora y columnista de medios, entre ellas la revista Cátedra Libre, que se editó en la ciudad por más de 20 años, y hoy se transformó en Villa María Educativa, quien moderó la instancia de González en Villa María.

“Ningún docente tiene ninguna certeza cuando entra al aula, por más que nos digan son 20 chicos de 8 años o 30 de 12. Sabemos que lo que entra en la diversidad más inmensa y compleja, entran cuerpos, cerebros, entran corazones, entran historias…”, puntualizó al comienzo de la charla que se extendió por casi dos horas.
Cuerpo: “No es lo mismo uno sano que aquel que acuestan temprano por hambre”
González graficó: “Ya desde el cuerpo, sabemos que hay diferencias: no es lo mismo un chico bien alimentado que uno desnutrido, y hoy tenemos que hablar de pobreza y hambre en nuestro país. No da lo mismo un cuerpo sano, con comida saludable, con aquel que no o que lo acuestan temprano para no sentirle el ruido de la panza por hambre”.
“Cada vez hay más hiperactivos…, y se escucha decir es una epidemia la hiperactividad, vamos con ritalin (metilfenidato), laboratorios y farmacias venden un montón, y tenemos chicos medicados sin necesidad, aquietando sus cuerpos. Les puedo asegurar que muy poquitos necesitan ese ritalin, y que de verdad no frenan sus cuerpos nunca, que no pueden ir al cine a ver una película y que se suben a techos y árboles poniendo en peligro su vida. Seguro que ellos necesitan de la química…, pero más lo psicopedagógico, lo psicológico, la orientación familiar”, fundamentó.
Combatir la impotencia: “Dejamos huellas en nuestros alumnos”
Ese cuadro de situación, dentro del esquema actual que muestran alumnos y alumnas en el concierto, genera “impotencia en el docente…, sentir que no se puede, se transforma en prepotencia, y no es bueno, la impotencia tampoco, porque paraliza. La omnipotencia, tampoco, no somos Mesías, ni salvadores: no podremos cambiar el sistema educativo desde nuestra aula, sí hacer cosas, pero no cambiar el sistema, Nos queda la potencia, de sentir que algo podemos y sentir que dejamos huellas en nuestros alumnos”.
Insistió, a su vez, que desde la actividad docente se abren nuevos caminos: “Tener presente que, por nosotros, pueden abrirse puertas al conocimiento o cerrarse. Esa es la importancia de ser docente, de dejar huellas, de hacer obviar o amar el conocimiento. Todo va a depender de una didáctica: se pueden hacer 800 cursos de distintos nombres y tipos, para después descubrir lo que les decía el viejito (Ernesto) Sábato en Córdoba, a estudiantes de Ciencias de la Educación: “basta de preocuparse tanto por los métodos y las didácticas porque hay un solo método efectivo, la pasión docente”. Cuando hay un docente apasionado, con buena onda y con alegría de enseñar, los chicos aprenden y no importa el método y la pasión se contagia, al igual que la alegría”.
“El malestar docente está diagnosticado, nos está faltando el bienestar”
En su línea de exposición, la ganadora de distintos premios nacionales y cordobeses (el último Embajadora de la Palabra TDX en Córdoba), habló de que “nos está faltando cuidadores de las almas docentes. Estamos necesitando un sistema que los proteja y los cuide más”.



Y sugirió: “Si hablo de malestar docente, hay muchos libros escritos, y les recomiendo uno que salió hace 15 años de la francesa Anny Cordié, que es lo más lindo que he leído sobre malestar docente. El malestar está diagnosticado, nos está faltando el bienestar: hay miles de razones para estar mal, el tema es cómo hacemos para estar un poquito mejor”. Agregó: “Ese bienestar docente no te lo da nadie, es una búsqueda personal y de cada uno”.
Cerebro: “Lo de nativos digitales es una gran mentira”
Al aula, a decir de González que lleva editado once libros, habla de que “también entra un cerebro, sano o no. Para no hablar de patología, podemos hablar de bien estimulado, cero estimulado (desmotivado) o hiperestimulado”. Y aparece el gran tema del momento: “Coincidirán conmigo que, en general, chicos que tengan dispositivos y WiFi, vienen hiperestimulados. Vienen con una sensación de que la vida es una calesita donde todo, todo, es divertido y no tiene que parar, y de pronto entra en el aula y está la misma maestra con la misma cara y la misma voz…”.
Gonzaléz fue contundente: “Los cerebros que hoy entran en la escuela no nacieron nativos digitales, esa es una mentira que han creado las compañías tecnológicas. No hay modo de comprobar que alguien nace con un cerebro distinto porque el cerebro cambia, según la neurociencia, cada cien años, y no han pasado cien años desde el cerebro de nuestros hijos y el nuestro ¿no?” Y ejemplifica: “Durante la pandemia en muchas zonas del país no había WiFi, y muchos chicos no tenían acceso a la tecnología, y entonces debemos decir que ahí nacieron nativos, no digitales… ¿Entonces hay dos tipos de cerebro? No, hay dos tipos de bolsillos: los que tienen dispositivos y los que no, el cerebro es el mismo”.
“El trastorno de ansiedad, por vía digital, es tremendo. Son chicos que quieren cosas divertidas, rápido, que se aburren mucho en la escuela y dicen que no sirven para sus vidas”, grafica.
La especialista regresa a Villa María el 30 de marzo al Teatro Verdi. En una próxima crónica, haremos referencia a los conceptos que Liliana González tuvo para con el rol de la familia y “el fanatismo de evaluar” que tiene el sistema educativo.