Profesora Honoraria (UNVM) Dolly Pagani: “Me siento una iniciadora del movimiento cultural y poético de Villa María”

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Dolly Pagani es la primera Profesora Honoraria, de raigambre local, de la UNVM. Más que un acto protocolar, la instauración de esta distinción, fue una celebración de la vida.

Theiler, vice rectora, entrega la distinción a Dolly

Aquella docente nacida en Cintra, formada en la Córdoba, profesora en varios colegios locales y regionales (la emblemática Escuela del Trabajo le entregó una placa recordatoria) y vagabunda literata del mundo de las letras, selló con un beso de Anita (su hija) la celebración que tuvo lugar en el Parlamento de los Niños del Centro Favio.

“Me siento una iniciadora del movimiento cultural y poético de Villa María”

Dolly habló en las aulas de “letras”, cuando muy pocos y pocas lo hacían, en un mundo turbado por cambios estructurales a fines de los ´50. “Es cierto, casi nadie hablaba de letras. Me siento…, y no lo digo con orgullo, como iniciadora del movimiento cultural y poético de Villa María”, le dijo minutos antes de recibir la distinción a Villa María Educativa.

Recuerda además que “allá por el año ´58 y para adelante, comenzó en Villa María un movimiento que no había existido: un movimiento cultural que se debió, también, a todas mis inquietudes, esas que tuve a lo largo de toda mi vida y encontré en esta ciudad como la tierra fértil para que florecieran estos movimientos literarios que no han cesado hasta hoy”.

La inquieta Profesora Honoraria “volvió a su juventud”

La dimensión de una persona no cabe en un acto de una hora, es cierto, y no importa si se trate de ensayistas y poetisas, talabarteros, obreros de la construcción o deportistas de élite. La persona fue, es y será por medio de los que admiraron tu trabajo con las letras, con una pieza de cuero, con una pared de raso o un match local o internacional.

Marcelo Dughetti trajo las letras de Dolly al homenaje

A la tarde/noche de la distinción fueron todos y todas: afectos, discípulas, colegas, ex alumnas, poetas, escritores, autores, relatores, editores y tanto otros y otras. No hubo mejor radiografía visual que demuestre el cariño, el afecto y el amor que se sentía en ese espacio, estaba a flor de piel, seguramente como se lo imaginaron los mentores silenciosos de esta distinción: la Mgter. Patricia Dagatti y el librero Gustavo Calleri (Librería Librelibro).

Acompañan a Dolly, en los extremos, los mentores del reconocimiento Dagatti y Calleri, acompaña Theiler (UNVM)

En la charla previa con este portal Dolly enfatizó: “Esta distinción me ha sorprendido enormemente. ¿Por qué? Porque nunca pensé que en los últimos años de mi vida ocurriese algo que me volviera a la juventud”.

Como buena poetisa y ensayista lo describe: “Mi corazón vuelve a sentir lo que sentía a lo largo de mi carrera docente y mi trayectoria dentro de la literatura. Me honra profundamente que la UNVM me haya considerado para esta distinción”.

Palabras que no se llevará el viento

La vice rectora de la UNVM Elizabeth Theiler explicó que esta distinción es la máxima que puede brindar “a personas y a trayectorias”. Añadió: “Trayectorias, que por lo que se ve en esta salda, no son individuales porque van dejando marcas en la vida, enseñanzas y huellas. Tu persona motiva e inspira”.

La poeta local Fabiana León lee a Dolly Pagani

La profundidad de las palabras de un laudatio en voz de Dagatti, sobre un texto de Calleri, cubrió de silencio el lugar: “Hasta donde sabemos, Dolly Pagani tampoco obró milagros en esta, su ciudad. Cómo iba a hacerlo si era profe en la Escuela del Trabajo; si todas las semanas la escuchábamos hablar de libros por LV28 y hasta por el canal 2; si participó de cuanta comisión pública se armara para promover la lectura y la escritura en la región, presidiéndolas en ocasiones, pero también trabajando desinteresadamente desde el llano”.

Y refleja: “ni tiempo tenía de hacer milagros, si se la pasaba de aula en aula; si dio clases en todos los niveles educativos, del primario al universitario pasando por todas las escalas intermedias. Y por si poco fuera, viajó por toda la región replicando sus talleres literarios, que formaron, sin sectarismos, a cuanta persona se acercara con ganas de introducirse en el arte de la escritura. Mira si iba a hacer milagros si siempre vivió en esa casa de paredes encaladas, ahí por la calle Sargento Cabral”.

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