Docentes y estudiantes de Rosario asisten, al igual que los y las vecinas, a situaciones pocas veces vista: una ciudad sitiada por policías y células narcos. El profesor Rodrigo Acosta, en diálogo con Villa María Educativa, sintetizó: “desde las más sinceras palabras, nos vemos desprotegidos”.
Las escuelas públicas de Rosario no tienen clases desde el lunes: AMSAFE (el gremio docente estatal) tomó la decisión tras las amenazas recibidas sobre que las escuelas iban a ser blancos de disparos. SADOP (gremio de docentes privados) dejó abierta la posibilidad de trabajar en aquellos colegios que cuenten con un dispositivo de seguridad. Ya se comienzan a detectar ausencias en esos colegios, tanto de docentes como de estudiantes.
Ser docente en una Rosario sitiada
Acosta, profesor de Biología en tres colegios rosarinos, cuenta: “Es una situación bastante difícil, compleja. Más ahora con estas muertes que tuvimos en los últimos tres días”. Y subraya: “A mí me tocó ir a trabajar a uno de los colegios (privado), y llegando…, ves la seguridad (privada), pero por parte de la Provincia (de Santa Fe) no nos ofrecen ninguna seguridad: no vi un Policía”.
Rodrigo vislumbra “una sensación confusa… Dicen que no vamos a poder salir a la calle de 22 a 6 de la mañana, yo ya no veo casi a nadie ahora mismo”. Desde el oficio, en tanto, dice: “desde mis más sinceras palabras, nos vemos desprotegidos, sea quien sea. Por ejemplo, te dicen tomate un taxi, o un Uber, y quien me asegura de que no van a darle un tiro ahí (al chofer) mientras esté yendo al colegio. Las amenazas fueron que van a matar a gente inocente. Estamos desprotegidos desde ese sentido”.
Ser estudiante en una Rosario sitiada
Este docente de Biología, cuando hace referencia a los y las estudiantes, relata: “Desde el lunes veo muy pocos chicos en el aula, a raíz del miedo que hubo, por el caos que se generó y hoy (martes 12) hablando con ellos, me decían cómo podíamos estar pasando por esto. Ellos y sus familias tienen mucho miedo, más la familia”.

Al panorama, Rodrigo le agrega una lectura más urbana de la situación: “En un rato debo ir a otro colegio, pero en colectivo, esa será otra mirada porque, al igual que el estudiante, estaremos sólo, en la calle, esperando el colectivo, y no sabes qué puede llegar a pasar. No tenemos Policía frente a los colegios”.
Rosario sitiada
La problemática que hoy atraviesa Rosario, en la opinión de Acosta, se debe a que “le dieron mucha rienda a los narcotraficantes y se volvió una guerra política y narco que, lamentablemente, la paga el ciudadano. Así de sencillo…”.
El desafío de ser docente. Consultado sobre su doble rol frente al aula: ciudadano y educador. Y responde: “Nadie nos garantiza nada. El desafío de ir, no saber si vas a llegar, o anda a saber qué te puede pasar en el camino, y que nadie te asegure nada”. Seguidamente comenta que muchos de sus colegas “faltaron. No porque no quisieron ir, los entiendo, para algunos son situaciones que no pueden manejar: tienen miedo y los he hablado por mensajes…”.
En el renglón salarial, Acosta califica de “desastroso” al acuerdo salarial (un 7% de aumento) que propuso el gobernador (Maximiliano) Pullaro “y uno tiene que ir a trabajar, porque es su obligación, y porque no puede sobrevivir. Y uno piensa en no ir, pero pierdo tal cosa…, es mi fuente de trabajo, pero si me pasa algo y no estoy cubierto… No se puede vivir así”.
Rodrigo tiene a su cargo las cátedras de Bilogía en el Colegio San Bartolomé, en el Liceo Avellaneda y en el Colegio Santa Teresita. Todos los días, en promedio, tiene que recorrer de entre tres y veinte kilómetros para dictar clases, cruzando casi toda la ciudad. “Es complicado. Tiene que empezar mirar para todos lados, no sabés en quién confiar. Es bastante compleja la situación”, enfatiza