Universidad, los achiques también golpean…

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Escribe: Verónica González (No docente y Directora de Prensa de la UNVM)

Hace unos meses, nos enteramos que el presupuesto de nuestra Universidad alcanzaba apenas para pagar la luz. De allí en más las malas noticias se fueron sucediendo. El menú del comedor universitario sufrió un fuerte aumento, no llegaron las becas que esperábamos, los investigadores en carrera, muchos, quedaron sin poder acceder a sus becas para continuar su formación. Los programas de Extensión tampoco pudieron sostenerse. La innumerable oferta de capacitaciones gratuitas se vio mermada considerablemente. El transporte de colectivos aumentó exponencialmente. El servicio de limpieza se redujo a la mínima expresión, el cuidado y mantenimiento de los espacios verdes igual. Las obras para aulas, el centro de salud, el área de la carrera de música; todo se detuvo.  Están allí las obras, sin ser concluidas y menos habitadas.

Muchos lugares de oficinas se transformaron en aulas porque, paradójicamente los jóvenes de la ciudad y la región, incluso los de distintos lugares «distantes» siguieron eligiendo nuestra UNVM para formarse.

Se suceden reuniones, marchas, asambleas. Sin embargo, una tristeza así de grande se respira en el ambiente. ¿Cuánto más?

Yo habitaba un espacio lindo y todos los días me levantaba feliz. Para mí, particularmente, ir a trabajar me daba un respiro de la rutina dificultosa de mi hogar. Mi lugar, mis compañeros, mi vocación de comunicadora y gestora, hacían que viviera con pasión un laburo para el que me formé y me formo constantemente.

Sé que honro los impuestos “Sres. del run run“ de la opinión pública. Sé también que mi sueldo forma parte de la economía circular que hace girar la rueda de esta ciudad. Y esto puede traducirse al plural.

Con nuestros salarios compramos pan, carne y ropa. Nuestros hijos multiplican aún más el ida y vuelta de una economía que se sostiene por cada eslabón que la compone.

Así que con la mía “Sra. opinión pública” Usted también se va de vacaciones o compra azúcar.

¿Qué en las universidades hay ideología?

Claro que sí.

También había en la escuela primaria cuando me decían «Rosas el tirano» e interpretaba orgullosa a la Reina Isabel que había venido a salvarnos de «no ser indios».

Sí, eso era bajada de línea también.

Hoy más que nunca no podemos subestimar la capacidad de discusión de los jóvenes. Hay infinitas posibilidades de escuchar, ver y conocer realidades. Por suerte ya hemos superado la idea de «la tabula rasa».

Pero hay hechos objetivos; la educación está siendo desfinanciada.

¿Por qué caprichosamente saldríamos todos a contar esta cuestión?

Ayer hicimos la mudanza de la Secretaría de Comunicación. Nos fuimos de nuestro espacio de más de 15 años a otro, bastante reducido. Llegamos con nuestros compañeros, limpiamos, pintamos, hicimos carpintería y un poco de electricistas. Nos fuimos para reducir un poco el gasto que generaba el alquiler. No somos los explotados de este país donde un montón de gente no tiene trabajo, pero siento que también es loable decirlo.

En una mezcla de sentimientos, hoy salí a dar una vuelta a la manzana, mientras todo esto sucedía y lloré, porque en primer lugar soy llorona y porque también gran parte de nuestra historia se queda en el lugar que habitamos tanto tiempo.

Si cuando sacamos papeles y abrimos cajones y empacamos nuestras herramientas de trabajo, caímos en la cuenta de la inmensidad de cosas que hemos hecho en nuestra área, de lo mucho que aprendimos y lo mucho que devolvimos.

Nuestro lema silencioso es hacerlo con excelencia y honrar a nuestra comunidad interna y externa.

Desde el lunes, nos podrán encontrar en el Centro Integrado de Medios a algunos y a otros en el Campus.

Cuidamos celosamente gran parte de la historia de nuestra Universidad.

Hacemos una comunicación de todas las voces, sin restricciones y con los desafíos complejos que plantean estos tiempos veloces, a veces ingratos y ansiosos.

Cámara, celu y lapicera en manos; ahí andaremos atentos a la lucha, para recuperar lo perdido y para que los pilares de la Universidad sigan sosteniéndose en un marco de dignidad, respeto y crecimiento.

A mis compañeras y compañeros, abrazo apretado.

¡Viva la Universidad Pública y gratuita!

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