Para recordar el hecho trágico que originó la efeméride del 8M una docente sostiene que “las mujeres dentro del campo educativo hemos hecho grandes cosas”.
La frase pertenece a la flamante directora del CENMA Manuel Anselmo Ocampo (MAO) Andrea Gallardo.
Hoy no se festeja nada.
Se conmemora que 129 mujeres murieron en un incendio en la fábrica Cotton luego de que se declararan en huelga permaneciendo en el trabajo.
“Las mujeres hemos sido las promotoras de los cambios e innovaciones sociales”, reflexiona en ese sentido.
“Por eso debemos haber elegido a la educación como motor de un cambio social”, agrega.
“Las mujeres dentro del campo educativo hemos hecho grandes cosas y aún nos faltan algunas otras”, se interpela.
8M
“Históricamente han estado vinculadas con la educación quizás por la cuestión materna que cumple dentro de la sociedad”, dice Gallardo para Villa María Educativa.

Andrea tomó la dirección del CENMA MAO el miércoles anterior que se declare la pandemia y de hecho el cierre de las escuelas de manera presencial.
Este CENMA es además la escuela madre de la sede a distancia del Polo de la Mujer y tres anexos: Ticino, Arroyo Cabral y Rosario Vera Peñalosa (Villa María).
También docente de Media en Tío Pujio y licenciada por cargo de mayor jerarquía en el IPEM 140 de La Palestina.
La única de la familia que logró un título terciario.
Le resta una materia para obtener el título de Licenciada en Educación.
“Gracias a una madre que me apoyó en todo y a un padre que siempre tuvo como ideal que la educación era la base para defendernos”, fundamenta.
La rutina doméstica más el trabajo
“Mi casa se vio invadida por el trabajo” sintetiza a modo de corolario de lo acontecido durante 2020.
Es un departamento que está casi estrenando producto del esfuerzo de haberlo terminado de pagar durante el año pasado aunque vive en él desde hace dos años.
“De pronto me veía teniendo reuniones a las dos, tres de la tarde. Estudiantes que consultaban o formando parte de los grupos de clases o de profe a toda hora”, dice.

“Como la comunicación fue mediante el celular se generó una dualidad entre mi vida personal y lo que pasaba con los estudiantes y los docentes”, grafica.
“No te lo puedo describir… Trataba de coordinar mi vida con la del trabajo. Tengo a mi mamá con 80 años y fue difícil coordinar todo”, sostiene.
“No podía diferenciar entre trabajo y vida personal. Me veo cocinando y atendiendo a un profe que me contaba la situación de algún estudiante para buscar una solución”, añade.
Esa fue la convivencia: “disfrutar de la familia pero buscar incluir a la mayor cantidad de alumnos posibles”, describe.
“Al principio fue todo un caos pero después de las vacaciones de invierno nos organizamos distinto. Fue un año en donde disfruté mucho y aprendí mucho de los que me rodeaban”, sintetiza.
“Empezaba y terminaba mi día trabajando”, segundo corolario de un año desvastador.
Los cimientos
Andrea no olvida los cimientos familiares.
“Mis padres me enseñaron que la educación era lo único que me iban a dejar. Eso me marcó mucho”, cuenta.
“En el sistema educativo están las bases para la transformación social”, agrega.
“Amo el trabajo que hago y si con él podemos ayudar a otro la tarea está cumplida”, evalúa.
“Hoy hay muchas mujeres en comparación con otros años que quieren retomar sus estudios. Es impresionante la cantidad de inscriptas que existen”, detalla.

Agrega: “En todo momento se puede aprender”.
“En Adultos la educación tiene otra mirada, otra perspectiva. Cuando ellos vuelven están demostrando que no estoy equivocada sobre que la educación es el medio de transformación”, sostiene.
Derrotero
“Con esta vuelta a la presencialidad ahora sí podré verlos a todos… Será una experiencia para seguir creciendo”, se esperanza.
Recibe la dirección en plena pandemia.
La acción formadora no se detuvo, se multiplicó.
La virtualidad la cubrió de tareas y responsabilidades.
“Desde la virtualidad tomo conocimiento de la escuela y me encuentro con equipos de trabajos conformados en su mayoría por mujeres”, cuenta.
“Gracias al acompañamiento de todos pude tratar de organizar y digo tratar porque habrá cosas que me quedaron pendientes”, destaca.
La tarea de acompañar y promover el seguimiento a alumnos y docentes en esta modalidad es muy destacable: acá estudia aquella persona que quiere derrotar el conformismo y superar algunos molinos de viento.
“No fue fácil acostumbrarse de un momento a otro frente a la computadora. Estamos acostumbrados al contacto y al trato personalizado”, demuestra con palabras la acción de compartir conocimientos.
La presencia es un “sostén” dice Andrea para que el “aprendizaje significativo” pueda existir.
Andrea no le teme a las utopías: “Puede sonar utópico pero creo que aquellos que hacemos educación tenemos que tener deseos de generar transformaciones y cambios”.
“Cuando tomé como área de trabajos las escuelas lo hice con ese objetivo: trabajar para generar buenos cambios para el otro”, autodefine.
Desafío
“Fue un gran desafío el que me tocó”, rememora en relación a tomar la conducción del CENMA.
“Más allá de coordinar a los profes fue motivador conocer al grupo de estudiantes”, reflexiona.
Y agradece la ayuda “sincera” de las preceptoras del CENMA MAO y los coordinadores de los Anexos, entre ellos un varón.
“Ellos hicieron de nexo entre lo que yo sabía y conocía a encontrarme con aquello que debía coordinar”, sostiene.
El desatino de la virtualidad que vino a desbordar privacidades y ocios también afectó a Andrea.
“Teníamos reuniones diarias al principio, después por video llamadas cada dos días”, recuerda.
Detección de casos de estudiantes sin conectividad.
Ante la mayor flexibilidad en la circulación eran los propios docentes los que se acercaban a las casas llevando los materiales de estudio.
Así fue el año pasado y es bueno recordarlo para que algún desprevenido que repite que durante 2020 “las escuelas estuvieron cerradas”.
Sí desde lo físico pero no es así en la virtualidad y en el apego de las mayoría de los docentes.
“Trabajamos con los recursos que los estudiantes tenían. Hacíamos clases por WS todas las noches”, ratifica.
¿Lo más significativo?
“La cantidad de alumnos que se recibieron y lo que más me movilizó fueron las tres estudiantes que terminaron en el Polo (de la Mujer)”, rememora.

“Y lo que movilizó, a su vez, eran que estas estudiantes eran grandes…, no se trataba de jóvenes. Mujeres que algunas ya eran abuelas…”, describe con voz entrecortada por la emoción.
Y sigue. “Me gusta preguntar por qué terminar el secundario… Todas decían que era algo que se debían…”.
“Ahí empecé a reconocer que la educación es el pilar que tenemos como sociedad para poder transformarla” termina contándonos esta suerte de heroína silenciosa.
“Es una compañera más”
“Es una compañera más. Es muy valorable la tarea que hace Andrea”, la describe una colega.
“Ha sido maravilloso hasta aquí trabajar con ella. Siempre ayudándonos, achicándonos la tarea, siempre tratando de preservarnos y cumpliendo con su tarea”, agrega sobre Andrea.
“Sinceramente, algo que debería ser normal es algo que hoy se festeja porque en la mayoría de las escuelas no pasa esto: en muchas lugares hay violencia hacia los docentes”, devuelve también está experimentada docente de ese nivel.